Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

viernes, 29 de junio de 2012

La Biblia ¿Fuente de nuestra moral y ética? ¡Ni por cerca! Parte II


La tesis medular de la Parte I de este blogpost puede expresarse en la frase: “Contrario a la convención popular, la Biblia no es fuente de la moral y ética de la sociedad moderna”. Para ello desarrollé un par de argumentos que describo formalmente:

Primer argumento:
  • Premisa 1: Un documento que ostente la categoría de ser “la fuente de toda moral y ética humana” debería ser consistente, no relativista, objetivo y de aplicación universal.
  • Premisa 2: En el Antiguo Testamento, Dios y sus escogidos cometen ciertos actos completamente contrarios a la convención moral y ética de nuestra sociedad moderna (genocidios, violaciones, esclavitud, ejecuciones injustificadas, infanticidio, arbitrariedades, mala administración de justicia, etc).
  • Conclusión 1: La Biblia no es fuente del sistema moral y ético convencional moderno.


Segundo argumento:
  • Premisa 3: La Biblia contiene “partes malas” y “partes buenas”.
  • Premisa 4: Cualquier persona promedio moderna puede fácilmente distinguir entre una “parte mala” (“maten a todos los niños!...” Num. 31:17) de una “parte buena” (“ama a tu prójimo como a ti mismo” Marcos 12:31) en el texto bíblico.
  • Conclusión 2: El criterio que nos permite distinguir las buenas partes de las malas en la Biblia, tiene un origen externo a ella.


Es cierto que leyendo la Biblia, sus partes terribles (y hasta horribles) se encuentran principalmente en el Antiguo Testamento, en tanto que las lecciones bellas de moral y justicia menudean en el Nuevo. Puedo suponer que esa es la razón por la que la Iglesia Católica se concentra en el segundo e ignora el primero. Supongo que eso lleva a los cristianos más liberales a repetir que “precisamente eso es lo vino Jesús a hacer, a derogar lo antiguo y traernos un nuevo mensaje” que vendría a constituirse en la base de nuestra moral y ética. Disectemos ese clamor.

Tal vez la mejor parte del Nuevo Testamento sea el Sermón de la Montaña, en el que Jesús lanza una verdadera andanada de principios morales que no sólo van en la misma dirección hacia la que apunta nuestra convención moral actual, sino que presiona hasta extremos de difícil cumplimiento. Así el amar a enemigos, el ofrecer la otra mejilla, el dar a otros el doble de lo que te piden, el no juzgar para no ser juzgados, el considerar la viga en el ojo propio antes de ver la basurita en el ajeno, el evitar la hipocresía, el no orar en público sino en privado, son faros morales de tan difícil alcance que son violados a diario por los más ardientes seguidores del Nazareno.

Confucio iluminó al mundo con la Regla de Oro. 5 siglos antes de Cristo
Pero allí en el Sermón de la Montaña se encuentra también una joyita que quizás sea lo más luminoso, no sólo entre los evangelios sino de la Biblia entera: La Regla de Oro, “Trata a los demás como quieras ser tratado”, que podría ser considerada como el aporte más importante del Cristianismo hacia el sistema moral universal … excepto porque … no es algo original del Cristianismo!. No, dicho principio de reciprocidad venía siendo batido desde hacía siglos por otros grandes líderes espirituales y filósofos como Confucio, Lao Tse, Sidhartha Gautama (Buda), Pitaco, Tales de Mileto, Isócrates, Epícteto, Sócrates (y por tanto Platón), y otros, pudiéndose rastrear en el tiempo hasta el mismísimo Códico de Hammurabi, 1780 años antes de Cristo. Al igual que con lo de “amar a tus enemigos”, contenido ya en la filosofía budista, taoísta y griega (de nuevo), Jesús no está inventando nada nuevo, sino que se está haciendo eco del formidable sistema ético y moral ya existente.

Pero no todo brilla en el Nuevo Testamento. También es posible encontrar, al igual que como hicimos con el Antiguo, pasajes con dudosas lecciones de moral, los cuales paso a discutir en el estilo acostumbrado.

Dilema moral: ¿Son los organismos carentes de mente y consciencia, responsables por sus acciones u omisiones y por tanto sujetos a castigo?

Al parecer más que dilema moral éste es un básico problema de lógica y buen juicio. Los objetos, los animales y las plantas no pueden ser sujetos a juicio moral o ético. Se necesita intelecto e intención para ser juzgado. Al respecto, en Marcos 11:12-20 encontramos un Jesús muy distinto del de la “montaña”.

“   12  Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. 13   Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella sólo encontró hojas, porque no era tiempo de higos.  14   "¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!", le dijo a la higuera. Y lo oyeron sus discípulos. ……. 20   Por la mañana, al pasar junto a la higuera, vieron que se había secado de raíz.”

¿Cuál es la lección moral que Cristo está proporcionando aquí? Al parecer ninguna positiva. Al destruir una planta sólo porque no tenía frutos en el momento deseado, Jesús se comporta como un niño brabucón y caprichoso, como el más abusivo de los dictadorcitos, como el más irracional de los vándalos. Da una lección de egoísmo recalcitrante: “¿Con que no me das higos? Entonces no se los darás a nadie más en el futuro!”; una lección de mal uso y abuso de poder: “Tengo magia en mis dedos para destruirte, pero no tengo magia para crear un higo entre tus hojas”; una lección de incapacidad de manejar un deseo inmediato: “Ah, yo lo quiero ya, y si no lo tengo ya, me desquito con lo primero a mano”; una lección de insensatez: “no me oyes, no me ves, no piensas, no tienes intención, pero te hablo y te aplico un castigo”.  ¿Dónde está el hombre que manda a amar a los enemigos y ofrecer la otra mejilla?

Este pasaje, muy cuidadosamente escondido por las iglesias cristianas de toda denominación, deja al carpintero de Belén en una posición muy por debajo de los impecables Confucio, Lao Tse, Buda y cualquier otro líder espiritual que se nos venga a la mente. Recórcholis! En realidad Jesús hace un peor papel que el de cualquier persona que se aproxime a un árbol frutal para descubrir que no hay frutos. Pero en  su defensa, se me ocurre sospechar que el asunto nunca ocurrió, y así como numerosas otras partes descritas en los evangelios, todo es producto del cocinado de la nueva religión. El anónimo autor de esos evangelios (que no es ni Mateo ni Marcos ni Lucas ni Juan) estaba tan preocupado por presentar a Cristo como un hacedor de milagros y portentos, que se le olvidó que era más importante presentarlo como un líder íntegro.

Y no, destruir organismos porque no hacen el milagro de apegarse a nuestro impulsivo deseo inmediato, no está entre nuestra escala moral.

Dilema moral: ¿Hay que hacer el bien por el bien, o por que esperamos una recompensa?

En Lucas 6:35 encontramos una tremenda contradicción en el Sermón del Llano (otro sermón).
35   Ustedes, por el contrario, amen a sus enemigos, háganles bien y denles prestado sin esperar nada a cambio…..”

Lo cual es un principio excelente. Hacer el bien por el bien mismo debería ser un pilar central de todo sistema moral y ético. Pero en las siguientes palabras, antes de terminar siquiera el versículo, Cristo disuelve la magia de ese mensaje.

“ Así tendrán una gran recompensa y serán hijos del Altísimo, porque él es bondadoso con los ingratos y malvados.”

Vaya! Resulta que sí hay que esperar una recompensa a cambio, después de todo!

La verdad es que a lo largo de todo este sermón y del otro mejor conocido de la montaña, así como en los enteros evangelios, y el entero Nuevo Testamento, este mensaje es constante: “Haced esto y ganaréis el Cielo”, “Haced lo otro y tendréis vida eterna”, “No hagáis eso o iréis al infierno”. Se me vuelve evidente un excesivo clientelismo y mercantilización de la moral. Bajo ese esquema, al final de cuentas, aún los que se ganen el cielo por sus acciones, no son más que egoístas comprando con dos monedas una codiciada eternidad de placeres.

Pero la naturaleza humana ha producido empatía y compasión, y ellas hacen que nos conmovamos ante la desgracia ajena de modo espontáneo. Me atrevo a creer que la mayoría de nosotros ha ya tendido la mano a su prójimo sin esperar con ello estar acumulando “tesoros en el cielo”. Cuán por arriba está la moral de aquellos que hacen el bien, sabiendo que no habrá recompensas ni castigos al final.

Dilema moral: ¿Es moral y justo imponer premios y castigos infinitos por acciones y faltas finitas?

Con todo y lo guerrerista, cruel e inmoral de que podemos tachar el Antiguo Testamento, el concepto de un juicio y castigo final eterno está ausente de sus páginas. Es precisamente en el Nuevo Testamento y de boca del mismo Cristo que aparece esta desmedida amenaza. Hay muchos ejemplos, pero podemos citar la “parábola” del Rico y Lázaro en Lucas 16,  como uno concreto.

Más que discutir un pasaje en particular, aquí vale la pena llamar la atención sobre esta tremenda falla de muchas religiones modernas. Pretender reclutar y sostener adeptos con base a apilar terror sobre el ya natural temor a la muerte, es antiético.

Nacemos sin saber absolutamente nada y somos moldeados según la sociedad que nos tocó en lotería. Nuestro comportamiento depende grandemente de las señales de ese ambiente, canalizadas por sentidos imperfectos y cocinadas en un cerebro también imperfecto. A escala geológica o cosmológica nuestras vidas no llegan ni a parpadeos, ni a aleteos de colibrí, ni a clicks en la bastedad del tiempo. No hay tiempo para ser responsable de nada, no para ser infinitamente responsable.

Mi ejercicio mental es: si tú eres un creador de universos y de todo lo que en ellos existe y por tanto tienes absoluto control de todo lo que pase en él ¿porqué estarías interesado en crear lugares de sufrimiento infinito? Vamos! ¿porqué estarías interesado en crear criaturas y ponerlas a sufrir? Torturan los reyecitos y dictadores porque tienen temor de perder el poder, porque perciben amenazas y conspiraciones reales o potenciales pero bastante factibles, por ello son celosos y exigen lealtad y pleitesía. Pero si eres el creador de todo lo que existe y sabes que no hay competencia ¿porqué te comportarías con inseguridades?

Dilema moral:  ¿Debemos amar a nuestras familias o podemos aborrecerlas con alguna excusa?

Veamos lo que aparece en Lucas 14:26.

“ Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.”

Yo esperaría que el “documento en el cual se basa nuestra moral” fuera un poco más consistente en esto del amor. Qué tal abrir las puertas del discipulado para todos, especialmente para personas que amen, incluyendo a sus familias?

Dilema moral: ¿Están las mujeres en inferioridad con respecto a los hombres?

Sé que la pregunta brilla por su necedad. Pero también sé que nuestra ética y moral humana ha resuelto el dilema en tiempos muy recientes, no más de un siglo.

Si el Nuevo Testamento fuese el faro moral que nos vino a despertar hace 2000 años, encontraríamos en sus pasajes claras indicaciones de respeto y justicia hacia la mitad de la población humana con dos cromosomas X. Veamos qué dice Pablo en 1 Corintios 14:34-35.

34  guarden las mujeres silencio en la iglesia, pues no les está permitido hablar. Que estén sumisas, como lo establece la ley.
35   Si quieren saber algo, que se lo pregunten en casa a sus esposos; porque no está bien visto que una mujer hable en la iglesia.”

¿Qué tal 1 Timoteo 2:11-12?

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.”
 
Vamos Pablito, se supone que estás escribiendo el documento que revolucionaría nuestro sistema moral, no una reafirmación del viejo patriarcalismo machista de la Edad de Bronce. Sin la participación activa y proactiva de las mujeres en un esquema de equidad, no puede haber ética ni moral. No mandes a callar a lo mejor de tus seguidores.

Lo más irónico del caso es que cuando discuto con cristianos fundamentalistas, la mayoría de las veces se trata de mujeres. Algunas dicen ser expertas en Biblia, pero desconocían el mencionado pasaje hasta que se los puse enfrente. Nunca he recibido de ellas (ni de ellos) una respuesta coherente a mis críticas.

(Voy a dejar pasar el Apocalipsis, porque me parece más una obra esquizoide que un código moral.)

El problema con Jesús Cristo es que, contrario a lo ocurrido con el resto de grandes maestros espirituales (Confucio, Lao Tse, Gautama), no dejó caer nada de su puño y letra. Lo único que tenemos es lo que otros dicen que dicen que otros vieron y oyeron. Los evangelios mismos fueron escritos 40 años después de la muerte del maestro, en un país alejado de Judea, por gente que no le conoció. Así  es, Marcos, Juan, Lucas y Mateo no fueron discípulos de Jesús (como algunos creen), los dos últimos copian al primero y a una misteriosa fuente perdida (la Fuente Q). Y Pablo, quien es el real arquitecto del Cristianismo ni siquiera consideraba que Jesús hubiese existido. Al final de cuentas, el Nuevo Testamento es escrito por un conjunto de manos desconocidas, y ninguna de ellas es la del Nazareno, de cuya existencia ni siquiera tenemos evidencia. (Pero todo ello es carnoso material para discusiones futuras en este sitio.)

Concluimos que el Nuevo Testamento tampoco es la fuente de nuestra ética y moral. A lo más, las palabras de Cristo hacen reverberar la sabiduría que a esos tiempos ya era antigua y procedía del oriente. Y como persisten en el texto no sólo el endose de la vieja Ley (Mateo 5:17) sino también extraños elementos de dudosa moral, podemos concluir que ni lo bueno del Nuevo Testamento es necesariamente original, ni lo original es necesariamente bueno.