El Padre Juan era un español de gran porte que hablaba como los vaqueros y piratas en las películas de TV (“sois unos granujas y pagareis por ello”). Era más bien simpático y su túnica franciscana le confería un aire medioeval, además de brindarle un instrumento disciplinario de uso inmediato, portátil y a la mano: la blanca Cuerda de San Francisco. Como expresé en otra ocasión, el padre delegaba las clases de catecismo en doña Isolina y sólo se asomaba para supervisar y hacernos algunas preguntas de control. Tanto la cuerda de San Francisco como la vara de doña “Cholina” tenían un poder disuasivo tal, que no sólo me esforzaba por contestar bien sino que sabía que debía guardarme sólo para mí la tonelada de preguntas que habían surgido en mi espinuda cabeza a lo largo de las lecciones.
Pero vaya que me habría gustado saber formular preguntas, vencer mi timidez y hablarle así:
OK, padre, ya me aprendí de memoria que Cristo es Dios que se hizo hombre para venir a ser sacrificado en la tierra y de este modo salvar a la humanidad de sus pecados y de la condenación. Si usted me permite, yo no le encuentro mucha lógica al asunto.
La heroica historia del soldado que se arroja sobre la granada para salvar a sus compañeros tiene lógica. Su cuerpo se interpone en la trayectoria de las esquirlas antes que alcancen a los demás. ¿Cómo conecto entonces la tortura y ejecución de un ser humano o dios con el perdón de pecados o la “salvación” de la humanidad? ¿Cuál es el camino lógico de causalidad?
¿Por qué es necesario para un dios proceder de esa forma bárbara para perdonar pecados? ¿No hubiese sido mejor llenar el firmamento de arco iris y estrellas fugaces como señal más alegre y civilizada? ¿No pudo ser por decreto?
Ese procedimiento para perdonar pecados y redimir humanidades ¿es autoimpuesto por Dios a sí mismo o es una imposición externa a su voluntad?
Si la primera opción es el caso ¿podemos entonces decir que Dios se encarna a sí mismo para sacrificarse a sí mismo ante sí mismo, para aplacarse a sí mismo su misma cólera por sus mismos errores de diseño en sus mismas criaturas y así salvarlas de sí mismo?
La inconsistencia lógica le rebalsa por todos lados al asunto.
Si la segunda opción es el caso ¿quién es más poderoso que Dios para imponerle condiciones? Supongamos que ese alguien es el famoso Satanás, quien por alguna razón se encuentra en una posición de ventaja sobre Dios a quién le ha anulado el poder de fulminarle con un chasquido de dedos. Puedo entonces imaginar una mesa de negociación donde el diablo le dice a Dios: “Mira, yo te devuelvo el control sobre tus criaturas si te conviertes en uno de ellos y te dejas crucificar por ellos” ¿Qué gana el diablo con eso? ¿Qué clase de estúpida propuesta es esa? Entonces el diablo entregó algo muy preciado por sí mismo y por Dios (el control sobre la humanidad) ¿a cambio de qué? ¿de un espectáculo sangriento que no duró más de algunas horas?
Hey don Satanás ¿Qué tal si le hubieras pedido la mitad del universo? o mejor aún que te creara un universo nuevo solo para vos. Ceder poder a cambio de una crucifixión le provocaría lástima al más principiante de los negociadores.
Hey don Satanás ¿Qué tal si le hubieras pedido la mitad del universo? o mejor aún que te creara un universo nuevo solo para vos. Ceder poder a cambio de una crucifixión le provocaría lástima al más principiante de los negociadores.
¿A qué está condenada la humanidad? ¿Por qué está condenada la humanidad? ¿De qué condena me salva Dios hecho Cristo dos mil años antes que yo nazca? ¿Del infierno? ¿De ese lugar de eterna tortura? ¿No es un castigo un poco desmedido por lo que se haga o se deje de hacer en 70 años de paso por la tierra? ¿No es que, además de desmedido, es azaroso? porque si nazco en el seno de una familia suiza, a la vez que la vida será bastante fácil, tendré poquísimas probabilidades de ser malo, pero si nazco en La Campanera1, además de conocer la miseria y privaciones desde bebé, también rápido llegarán a mis manos las cuchillas, pistolas y las oportunidades de esparcir sufrimiento.
Pero resulta que Cristo no me salva de nada con su sacrificio. Siempre estoy condenado. Siempre dependo de portarme bien o no (versión católica). Siempre dependo de “creer” o no (versión evangélica). Siendo esta la contradicción más grande de toda esta historia: “Te salvó … pero no te salvó”, dice el pastor los domingos, “Portate bien, creé en lo que yo te diga, votá por quien yo digo y sé puntual con el diezmo! de lo contrario, no hay redención en la cruz que te valga”.
OK padre, también me aprendí que en el principio Dios estaba solo en la nada y decide crear un universo con seres que le harán compañía. El plan es simple: esos seres son creados en un mundo completamente material, se les inyecta un alma al nacer, viven unas cuantas décadas y al morir, esas almas se van a un paraíso hedonista bajo una dictadura celestial (según algunas personas que conozco, todo lo que iremos a hacer en el cielo es a alabar a Dios, lo que es muy revelador sobre el autoestima de esas personas y sobre las características de reyecito de tercera que le atribuyen a éste). Bien, de acuerdo a la historia, algo le salió mal a Dios. El producto le salió defectuoso, le salió desobediente. ¿Cómo? ¿el “blue print” decía que tenía que ser obediente, pero no salió así? ¿es eso motivo de gran ira para quien puede cambiar cualquier cosa en cualquier momento, incluso retrocediendo el tiempo? (es omnipotente ¿recuerdan?) ¿Por qué la sorpresa si EL ya sabía que eso iba a pasar? (es omnisciente, ¿recuerdan?) ¿Es suficiente motivo para condenar a generaciones y generaciones de inocentes por venir?
Y allí tenemos al ser más poderoso del universo, capaz de crear materia y energía en riguroso balance a partir de simples partículas relacionadas bajo fuerzas nucleares, electromagnéticas y gravitacionales, que se constituyen en bloques básicos de todo un cosmos matemáticamente complejo pero consistente en su física .… emproblemado y airado porque sus criaturas vivientes fallaron UNA prueba de obediencia. Hasta los entrenadores de perros saben que la obediencia no es un atributo innato, cuesta trabajo enseñarla. La solución fue completamente genial: echémosle la culpa y la responsabilidad al producto y no al productor. A los seres que salgan defectuosos, castiguémoslos con una eternidad de sufrimiento!!!
A propósito de Infierno, la sola idea de crear un lugar semejante me parece perversa e inmoral ¿porqué mi moral está por encima de la de mi creador?
Es omnisciente, recuerdan? El ya sabía que eso iba a pasar. ¿No hubiera sido mejor no crear nada? Porque al menos antes en LA NADA no había sufrimiento. Ahora la inmensa mayoría de almas que son creadas están destinadas al sufrimiento eterno. Se estima que a la fecha han vivido sobre la tierra más de 115 mil millones de seres humanos y nacen 75 millones más cada año. De esos sólo una pequeña minoría se salvará. El 99.9% de la humanidad estará en el infierno para una eternidad, de acuerdo a este cuento, por cualquiera de las siguientes razones:
- Nacieron y vivieron antes de Cristo.
- Nacieron y vivieron en otras culturas que no estuvieron en la ruta de expansión del cristianismo.
- Nacieron en La Campanera o lugares similares, como expuse arriba.
- No creyeron (porque parte del jueguito es entregarle un confuso documento a unos pastores de la edad de bronce, con historias inverosímiles, no dejar evidencias y castigar el pensamiento crítico y racional).
- Escribieron entradas de blog como ésta.
¿O es que la realidad del cosmos es mucho más simple y racional? …. ¿Padre Juan?
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1: La Campanera es un barrio en El Salvador, famoso por estar bajo el dominio de las maras o pandillas juveniles más peligrosas que se conozcan. No todo El Salvador es así, en ese país hay lugares de ensueño, pero en las delimitadas zonas donde las maras dominan, existe glorificación de la violencia y un apabullante desprecio por la vida.
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1: La Campanera es un barrio en El Salvador, famoso por estar bajo el dominio de las maras o pandillas juveniles más peligrosas que se conozcan. No todo El Salvador es así, en ese país hay lugares de ensueño, pero en las delimitadas zonas donde las maras dominan, existe glorificación de la violencia y un apabullante desprecio por la vida.