Básica estructura de un amino ácido |
Al parecer, para que la vida aparezca en un ambiente dado se necesita de cuatro elementos: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. Estos son abundantes en todo el universo y dadas las adecuadas condiciones de temperatura y presión, se ensamblan para formar ciertas moléculas conocidas como amino ácidos, “los bloques básicos de la vida”, que a su vez componen los primeros organismos unicelulares replicantes que inician una larguísima secuencia de mutaciones y termina en cerebros preguntándose cuál es el sentido de la vida.
Esa génesis biológica debió encenderse en la Tierra hace aproximadamente 4 mil millones de años en un pequeño charco donde agua, sol, atmósfera, geotermia y electrostática coincidieron ¿Será posible que sólo en este pequeño planeta que habitamos el fenómeno se haya realizado?
A fuerza de querer imaginar cuantas habitaciones más podrían estar ocupadas, el impulso es a mirar el tamaño del hotel. Lo que podemos “ver” del universo son 400 mil millones de galaxias (4x1011). En cada una de ellas hay aproximadamente (de nuevo el número) 400 mil millones de estrellas (4x1011). Esa es una tremenda cantidad de oportunidades para otro loteriazo como el verificado en la Tierra. Sólo piénsese que podríamos bautizar cada estrella de nuestra galaxia (La Vía Láctea) con el nombre de cada habitante de la tierra (que somos 7 mil millones) y todavía sobrarían 393 mil millones de estrellas.
Pero, detengamos un poco los caballos del entusiasmo ¿Cuántas civilizaciones habrá allá afuera de las que podamos algún día tener evidencia?
Vamos por pasos.
Partamos del número total de estrellas en la Vía Láctea, y a ese número llamémosle Ns (4x1011 como dijimos). Dejemos por fuera el resto de galaxias, la distancia a ellas no se cuenta en miles sino en millones de años-luz.
¿Qué fracción de ese número total de estrellas en la galaxia tiene planetas en órbita? No todas los tienen. A ese número llamémosle fp .
¿De entre las que tienen planetas, cuántos de éstos en promedio se encuentran en la zona habitable? A esa zona habitable se ha dado en llamar “the Goldylock’s Zone” o zona de Ricitos de Oro, donde la temperatura es tal que el agua puede existir en estado líquido. A ese número llamémosle ne.
¿Qué fracción de esos planetas en la zona Goldylock, realmente logran ensamblar vida? Hablemos en esta etapa sólo de originarse vida en forma de eukarótidas, organismos unicelulares, bacterias u otro tipo de vida que podría no basarse en carbono sino tal vez en silicio (¿qué sabemos?). A esa fracción llamémosle fl.
¿De esos planetas que logran la vida, qué fracción logran evolucionar vida inteligente? Hay que decir que los mamíferos reinamos en la Tierra probablemente gracias a que un asteroide barrió con los saurios que dominaban hace 65 millones de años, dejando suficiente espacio para que unos homínidos desarrollaran bipedalismo en la sabana, quedaran libres de las manos y la inteligencia apareciera como una respuesta evolutiva natural. Aunque por 4 mil millones de años este planeta fue un hervidero de vida, ha sido sólo en el último par de millones de años que la vida inteligente se ha hecho presente. A esa fracción llamémosle fi.
¿De entre esos planetas con vida inteligente, qué fracción desarrolla tecnología suficiente para lanzar radioseñales al espacio? Recordemos que en todo ese par de millones de años que en este planeta ha habido seres inteligentes, ha sido sólo en el último siglo que hemos desarrollado esa capacidad radiotransmisora. A ese número llamémosle fc.
Finalmente ¿Cuál es la fracción de tiempo promedio durante el cual esas civilizaciones transmiten su señal al espacio? Esa es una pregunta con respuesta tal vez trágica. Hemos estado enviando señales al espacio, intencionales o no, desde hace sólo 70 años, durante los cuales también desarrollamos la capacidad de autodestrucción global y hemos estado a un paso de ello. Ahora mismo, si esta misma noche los arsenales nucleares caen en manos equivocadas (de cualquier lado), nuestra capacidad de enviar y recibir señales del espacio habrá sido sólo durante esos 70 años, una fracción pequeñísima del tiempo en que hemos habitado la Tierra. Llamémosle a ese número fL.
Multiplicando todos los coeficientes mencionados arriba, obtendremos el número de civilizaciones extraterrestres en la Vía Lactea con las cuales nos podríamos comunicar. A ese número llamémosle N.
N = Ns x fp x ne x fl x fi x fc x fL
Esa es la famosa Ecuación de Drake, que fue propuesta en 1960 por el astrónomo Frank Drake y cuya validez es tanta como la controversia en la estimación de cada uno de sus factores.
La primera estimación hecha por Drake y sus colegas en 1961 especuló con las siguientes cifras:
Ns= 4x1011, fp = 0.5, ne = 2, fl = 1, fi = 0.01, fc = 0.01, fL = 2.5x10-7.
Multiplicando la cadena de factores se obtiene N = 10.
10 planetas en toda la galaxia, incluyendo el nuestro, tendrían en este momento la capacidad tecnológica de comunicarse entre sí. Pero si consideramos que esos planetas están uniformemente distribuidos en toda la espiral de 100,000 años-luz de diámetro que es la Vía Láctea, entonces su distancia promedio sería como de 30,000 años-luz. ¡Ese sería el tiempo que le tomaría a nuestras señales en llegar a esos oídos! Y la respuesta también tardaría eso en llegarnos (cuando tal vez ya no haya nadie para recibirla).
La ecuación es altamente sensible a la variación en la estimación de los factores, por lo que el cálculo de N ha arrojado razonados y respetables valores entre 1 y 20,000. Es decir, como puede ser que estemos solos en la galaxia, puede también ser que haya 20,000 civilizaciones tan o más avanzadas que la nuestra. En este último y optimista caso, el promedio de distancia entre esos planetas sería de 1,500 años luz. A nuestra señal de televisión de “I Love Lucy” que ya lleva 60 años viajando, le faltarían 1,440 años para llegar a una estrella a esa distancia.
Tal vez no estamos solos. A lo mejor el universo rebalsa de vida. El problema es que las distancias son tan enormes que lo de “solos” es una relativa pero aplastante realidad.
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