Muchas veces escuchamos discusiones en torno a
escabrosos temas sociales, tales como el aborto, los derechos de personas
homosexuales, la investigación científica con células madre, la clonación, la pena
de muerte, el control de armas, la separación de iglesia y estado, etc. Si
vives en los USA, esos son temas que taladran los oídos probablemente más de lo
que desearías, y si encima de todo es año electoral, más que taladro es un
“jackhammer” lo que tienes por metáfora. Y tan polarizada está la sociedad americana
que puedes predecir cuál es la posición de casi cada persona en cada uno de
esos asuntos, con el solo hecho que te diga “soy conservador”, y el paquete
contrario si te dice “soy liberal”.
En esencia nuestra apreciación depende de
parámetros morales y éticos, los que también aplicamos a nivel personal. Damos
y recibimos consejos y juicios en pequeños dilemas morales. Y cada vez repasamos
las bases de lo convencionalmente correcto e incorrecto, las bases de nuestra
moral y ética.
Sea que discutamos esas encrucijadas al nivel
macro de una sociedad, o al nivel micro de un individuo o pequeño grupo, la
mayoría de veces esa brújula está bien orientada hacia lo que percibimos como
“el bien”.
Ya he defendido el argumento de los orígenes puramente humanistas de nuestra moral y ética, pero revisito el tema por la frecuencia con que se esgrime
La Biblia sobre este tipo de discusiones, como origen absoluto y autoridad
suprema sobre asuntos de moral. Es muy común también que al presentar nuestra
objeción ante el uso de la Biblia como ley absoluta, se nos responda con algo
como “si no existiera la Biblia y su
autor (Dios), no sabríamos distinguir entre lo bueno y lo malo”.
La susodicha sentencia no es menos que una
falacia monumental, pero resulta apabullante la cantidad de veces que es usada
y lo poco que es retada. Ese argumento lleva un salvoconducto en el bolsillo, y
al parecer se espera que nadie ponga en tela de juicio la autoridad,
infalibilidad y legitimidad de “la Palabra”. “Escúdate en la Biblia y ya
ganaste la discusión”, parecen pensar. Para este fenómeno, yo solo encuentro una
explicación: ……..(redobles) ……….. La
gente no lee la Biblia!!!
Procedo entonces a presentar las razones del
porque sostengo que la Biblia NO ES ni será nunca fuente de moralidad y ética
para la sociedad y sus individuos. Recurro a algunos ejemplos que me servirán
de ilustración.
Dilema moral: ¿Cual es
el grado de severidad que se debe aplicar para corregir a un hijo desobediente?
Nuestra moral y ética humanista nos llevaría a
resolver el caso dentro de un espectro que podría incluir psicología aplicada,
persuasión verbal, y por supuesto la aplicación de premios y castigos, pudiendo
esta última alternativa estirarse hasta el grado de ciertos castigos físicos
que nuestra sociedad aún acepta. La línea del máximo castigo podría estar
definida por aquello que no deje daños permanentes. Ahí está la frontera, una
línea en disputa que se ha traducido en leyes en las distintas naciones y hace
posible que el castigo que allá puedes aplicar, aquí ni se te ocurra si no
quieres ir tras las rejas por violencia doméstica.
¿Cómo resuelve la Biblia el caso? Vamos a
Deuteronomio 21:18-21:
18 Si un hombre tiene un hijo obstinado y rebelde, que no escucha a
su padre ni a su madre, ni los obedece cuando lo disciplinan, 19
su padre y su madre lo llevarán a la puerta de la ciudad y lo presentarán
ante los ancianos. 20 Y dirán los padres a los ancianos: Este
hijo nuestro es obstinado y rebelde, libertino y borracho. No nos obedece. 21
Entonces todos los hombres de la
ciudad lo apedrearán hasta matarlo. Así extirparás el mal que haya en medio
de ti. Y todos en Israel lo sabrán, y tendrán temor.
La inhumana muerte por lapidación. "Justo" castigo bíblico para hijos desobedientes |
La “moral bíblica” decreta muerte por un
bárbaro método para el muchacho desobediente, no sin antes proceder a
calumniarlo (lo acusan de borracho cuando al principio la prescripción es para
hijos rebeldes). La “moral bíblica” nos manda a hacer algo que nadie en su sano
juicio haría en una sociedad justa. Algo incluso peor a lo que el régimen
Talibán haría. La “moral bíblica” viola el básico principio de proporcionalidad
entre falta y castigo y se vuelve antítesis de los valores de comprensión,
empatía y amor entre seres humanos.
Por cierto, el mismo castigo es recetado para adúlteros
y para toda mujer que no es encontrada virgen en su noche de bodas (Deuteronomio
22:20-21).
Dilema moral: ¿Matarías
al vecino por trabajar en sábado?
Por supuesto que no. No lo matarías por esa
ridícula razón ni por ninguna otra. Tu sistema moral humanista y el uso de
razón que tienes te hacen rechazar de tajo la sola idea.
Veamos qué dice la Biblia en Números 15:32-36.
32 Un sábado, durante la estadía de los israelitas en el desierto,
un hombre fue sorprendido recogiendo leña. 33 Quienes lo
sorprendieron lo llevaron ante Moisés y Aarón, y ante toda la comunidad. 34
Al principio sólo quedó detenido, porque no estaba claro qué se debía
hacer con él. 35 Entonces el
Señor le dijo a Moisés: «Ese hombre debe morir. Que toda la comunidad lo
apedree fuera del campamento.» 36 Así que la comunidad lo
llevó fuera del campamento y lo apedreó hasta matarlo, tal como el Señor se lo ordenó
a Moisés.
¿Está una arbitraria y ritualista disposición
religiosa por encima del derecho a la vida? ¿Qué clase de ser supremo daría una
orden así? Hasta los dictadores más criminales asesinan a opositores políticos
por una más defendible razón: la supervivencia del régimen. Pero ejecutar a un
inocente, quien tal vez actuaba empujado por la necesidad, por la simple razón
de recoger leña en sábado!? Ese es un acto de inmoralidad suprema. Nuestra
moral secular está muy por arriba que la de la Biblia y sus bárbaros autores.
Dilema moral: ¿Se justifican los crímenes de guerra?
Aunque siempre habrá quien justifique las
guerras como actos de defensa de la soberanía, la libertad, etc., existe un
claro consenso de que sería mejor no tener que recurrir a la guerra y obtener
lo deseado por métodos pacíficos. Estamos conscientes de las pérdidas que los
conflictos bélicos causan. Las guerras se llevan vidas, sueños, cultura, arte.
Provocan dolor indecible, hambre y pérdidas irrecuperables. Los daños a la
población civil resultan ser la parte más cruel de las guerras y todos creemos
que hay que evitarlos cuanto sea posible. Hasta el más cínico guerrero
admitiría que la población civil no es objetivo de combate, aunque sabe que es
inevitable engrosar la cuenta de los “daños colaterales”.
En el Antiguo Testamento la guerra está por
todas partes. Son guerras ordenadas y apadrinadas por Dios, lo que ya en sí resulta
en un acto inmoral, pues ese ser que posee el poder de cambiar cualquier situación
de modo mágico y sencillo, decide jugar a la guerrita con sus criaturas
poniéndolos a pelear por territorio, cuando en sus dedos tiene la capacidad de
crearle un planeta entero a cada tribu si así lo desea.
Tomemos un sorbo de la guerra que Dios ordena
en la Biblia. Por ejemplo Números 31:7-18.
7 Tal como el Señor se lo había ordenado
a Moisés, los israelitas entraron en batalla y mataron a todos los madianitas…...
9 Capturaron a las
mujeres y a los niños de los madianitas, y tomaron como botín de guerra
todo su ganado, rebaños y bienes. 10 A todas las ciudades y
campamentos donde vivían los madianitas les prendieron fuego, 11
y se apoderaron de gente y de animales. Todo los despojos y el botín 12
se los llevaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, y a toda la comunidad
israelita. A los prisioneros, el botín y los despojos los llevaron hasta el
campamento que estaba en las llanuras de Moab, cerca del Jordán, a la altura de
Jericó…. 14 Moisés
estaba furioso con los jefes de mil y de cien soldados que regresaban de la
batalla. 15 «¿Cómo es
que dejaron con vida a las mujeres? les preguntó. 16 …… 17 Maten a todos los niños,
y también a todas las mujeres que hayan tenido relaciones sexuales, 18
pero quédense con todas las muchachas que jamás las hayan tenido.
No lo creen? Lean el Salmo 137, versículo 9. |
Por orden del “Señor” los israelitas
perpetraron masacres atroces, verdaderos actos de lesa humanidad. Podemos
imaginarnos la tragedia vivida por esos seres humanos que en medio de vivir en
su tierra, cultivarla, construir, formar familias, amar, ver crecer hijos y
sueños ….de improviso ven aparecer una horda de barbaros que dicen estar siendo
guiados por un dios omnipotente que no tiene ningún aprecio por las vidas
ajenas. Podemos imaginar las caritas de esos niños al ver morir a su papá y ver
gritar de terror a su mamá; los criminales invasores robándose todo lo
duramente ganado por otros; la marcha como prisioneros de guerra de inocentes
mujeres, niños y bebés; sus llantos inconsolables; la colérica y barbuda cara
del jefe invasor reprendiendo a sus secuaces el dejar vivos a los niños y
mujeres; los ojitos de esos niños ante el filo de las espadas; sus pequeñas
luchas para protegerse en sus mamás; las pequeñas túnicas que ayer jugaban
entre el polvo, y el bárbaro bronce mordiéndoles la carne inocente; el
sufrimiento indecible. Ah, y las niñas, las hijitas de alguien, las hermanitas
de alguien, condenadas a una vida de esclavitud y sometimiento sexual.
Por su parte en Oseas 13:16 tenemos
esta joya:
16 El pueblo de Samaria cargará con su culpa por haberse rebelado contra su Dios. Caerán a filo de espada; ¡a los niños los
lanzarán contra el suelo, y a las embarazadas les abrirán el vientre!
Y todo ordenado por Dios!!! (Dime por favor que tu moral la obtienes de
otro lado).
Dilema moral: La esclavitud: ¿Es moral que un ser humano
sea propiedad de otro?
De acuerdo a nuestra moral y ética secular, la
respuesta es un rotundo NO. Tal vez no exista mejor ejemplo de cómo nuestra
moral ha evolucionado de la mano de principios puramente humanistas. La
esclavitud no tiene cabida en una sociedad que se precie de moralmente
constituida. El principio de libertad individual está plasmado en la mayoría de
constituciones políticas del mundo, y la esclavitud ha sido abolida por
prácticamente todas las naciones de la Tierra, si bien de modo tardío
(Mauritania se convirtió en la última nación en abolir esclavitud en 1981), y no
siempre de modo pacífico, habiendo sido preciso a veces pelear guerras civiles
y revoluciones. Con todo, el derecho a nacer y vivir libre es reconocido como
un derecho fundamental por la Declaración Universal de los Derechos Humanos y
se ha hecho de un puesto entre nuestro zeitgeist.
Sabemos que la esclavitud ha estado presente en
las sociedades preindustriales desde tiempos prehistóricos. Entendemos por vía
de la Antropología, la Sociología y la Historia, el papel que la esclavitud
jugó cuando las naciones e imperios tuvieron que amasar potencia muscular, dada
su carencia de potencia industrial. Pero que entendamos eso, no nos mueve como
seres humanos modernos, de nuestro consenso acerca de la inmoralidad de
capturar por vía violenta a alguien, privarle para siempre de su libertad,
hacerlo objeto de compra y venta, obligarle a trabajar forzadamente, denegarle
compensación, someterle a inhumanos castigos y provocarle una descendencia de
seres humanos que nacerán, vivirán y morirán en oprobio tal.
Veamos qué posición toma la Biblia ante la
esclavitud.
Levítico 25:44-46:
44 »Asegúrate de que tus
esclavos y esclavas provengan de las naciones vecinas; allí podrás comprarlos. 45
También podrás comprar esclavos nacidos en tu país, siempre y cuando sean
de las familias extranjeras que vivan en medio de ustedes. Ellos serán propiedad de ustedes, 46 y podrán
dejárselos a sus hijos como herencia para que les sirvan de por vida.
La Biblia da instrucciones para la compra-venta de esclavos |
Es sólo uno entre muchos ejemplos de
las partes en que la Biblia condona y cohonesta la esclavitud. Cuando señalo
esto a los apologéticos creyentes, ellos invariablemente responden que hay que
entender que esos eran “otros tiempos” y comprender el contexto social en que
se vivía. Pero es ese precisamente mi punto: se supone que Dios da normas
morales a la humanidad que contravienen lo que “normalmente” haríamos. Dios no
está allí para acomodarse a las usanzas sociales. Se supone que de no ser por
la Biblia no sabríamos qué es bueno y qué es malo (tal es lo que proponen esos mismos
apologistas). Pero en este caso Dios aconseja como bueno algo que conviene a
los poderosos de la época que sea “bueno”. De repente ya no tenemos a un Dios
implacable, sino a uno “blandengue” que da permiso para que se cometa un acto, que
hoy por hoy y sin ser dioses, nosotros tachamos como inmoral.
Resulta revelador el hecho de que en
la mil veces heroica lucha de la humanidad contra la esclavitud, los
conservadores esclavistas alegaban que esta no debería de abolirse porque
aquello iría en contra a las enseñanzas bíblicas !!! …. Y tenían razón.
Dilema moral: Ante las faltas cometidas por un individuo ¿castigarías a
sus hijos, nietos y bisnietos?
No creo que para alguien este sea un
auténtico dilema. Este es un básico principio de justicia que sólo a un
psicópata se le pasaría por alto. Pero en la Biblia este modo torcido de
impartir justicia es bastante standard. Desde la narrativa de Adán y Eva, a
quienes se les pone una trampa para que fallen y luego se les impone un castigo
que se transmitirá a toda su descendencia, hasta las genocidios de los bebés en
Sodoma y Gomorra, la maldición a la descendencia de Cam y otros casos por el
estilo, encontramos esa afición por castigar inocentes. Consideremos Exodo
20:5.
5 No te inclines
delante de ellos ni los adores. Yo, el Señor tu Dios, soy un Dios celoso.
Cuando los padres son malvados y me odian, yo
castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación.
No es Moisés, no es Abraham ni el sórdido David quien
está hablando. Es el mismísimo Dios quien muestra una moral y sentido de
justicia más torcidos que el báculo papal. O tal vez debamos atribuir el
desacierto a un inspirado y anónimo autor de la Biblia, creador de religiones,
castas y privilegios.
Y así, el Antiguo Testamento está lleno
de asesinatos, violaciones, abusos, crueldad, incesto y otras gemas de
inmoralidad humana, ordenados o cohonestados por Dios y sus “representantes” en
la Tierra. Es comprensible que la Iglesia Católica más convencional trate de
soslayar el Antiguo Testamento y se concentre más en el Nuevo. Del mismo modo es
incomprensible el porqué las ramas católicas conservadoras y las iglesias
evangélicas recurran tanto al Antiguo Testamento y nos hablen de Inerrancia
Bíblica.
Por supuesto que no faltará quien
diga “Pero ese era el Antiguo Testamento
y la Ley Mosaica, cosas que vinieron a ser abolidas por Cristo y su nuevo
mensaje”. Y es a la falsedad de esa
idea que dedicaré la segunda parte de este post.
Finalizo la mitad de este tema señalando que el simple hecho que los creyentes y apologistas digan “no te fijes en esas partes malas de la Biblia, fíjate en lo bueno” es una admisión implícita de que su moral -y la moral de todos- posee una fuente externa, independiente y frecuentemente en contraposición a la Biblia. La simple acción de juzgar las “Sagradas Escrituras” y decidir cuáles son sus “partes malas” y “partes buenas” a las cuales debemos prestar o no atención, implica que estamos aplicando un criterio moral y ético que ya poseemos antes de abrir la misma Biblia; un criterio humanista y secular.
Excelente, me deja muchas cosas en claro, además me entrega poderosas herramientas a usar en debates con fanáticos religiosos. Muchas gracias por tu aporte.
ResponderEliminarMuy bien documentando!
ResponderEliminarExcelente contenido. Lo estudiaré PARA COMENTAR
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