Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

martes, 15 de marzo de 2011

¿Quién se ha llevado mi siglo?

Galileo juzgado por contradecir la "Palabra de Dios"
Tuve la inmensa fortuna de tener un padre que además de proveer comida, proveía a mis tres hermanas y a mí con libros también. Esa fortuna era comparable a la de tener una madre que contaba los cuentos de memoria y utilizaba esos libros para maravillarnos con ciencia e historia. Así fui perdiendo la afición a los tres cochinitos y la fui ganando por la reacción nuclear en el interior del Sol, el radio-decaimiento del carbono, la batalla de las Termópilas,  Pompeya y Herculano, Galileo Galilei. Y con Galileo apareció una historia paralela que me pareció increíble: resulta que en un pasado que me parecía muy lejano, hubo personas capaces de llevar a juicio, encarcelar, torturar y ejecutar científicos y pensadores cuando sus descubrimientos contradecían lo establecido en “sagradas escrituras”. Eso me pareció en su momento difícil de entender y creer. 

- Pero eso fue hace muchos siglos – me explicaba mi madre.
- Ahora la iglesia ya rectificó y hasta son ellos los que enseñan todas las ramas de la ciencia. Por fin entendieron que lo que está escrito en la Biblia son metáforas de buena intención.

Recuerdo entonces haberme sentido aliviado y afortunado de haber nacido en una época en la que semejante ridiculez estuviese ya superada.

Luego en la gran ciudad, cuando llegó la hora de estudiar ciencias naturales y pasear los ojos por las ilustradas enciclopedias, hacíamos a un lado lo aprendido en Los Picapiedras y encontrábamos al hombre de Neandertal, al de Cromagnon, al de Pekín, al Australopiteco; las eras paleozoica, mesozoica, cenozoica y los millones de años transcurridos.

Independientemente de que nos gustara estudiar aquello o no, la ciencia se nos antojaba consistente. Nunca, en el jamás de los jamases, se nos cruzaba una reacción de origen religioso a lo que estábamos aprendiendo. Y es que tampoco a los adultos se les ocurría cruzárnosla. Estudiar la Evolución de las Especies por Selección Natural no tenía más carga emocional que estudiar los logaritmos. Por supuesto nos topábamos de nuevo con esas historias sobre la oposición que la iglesia de otros siglos presentó hacia los avances de la ciencia. Sabíamos de lo mal que se la pasaron Galileo, Giordano Bruno y el mismo Charles Darwin. Sabíamos también que en el presente la reconciliación ciencia-iglesia había llegado.

Y todo ello me llevó de nuevo a sentirme feliz, contento, satisfecho, aliviado de haber nacido en el siglo XX. Pensaba siempre con sentido extrapolante: si en el siglo XVI quemaron vivo a Bruno y le taparon la boca a Galileo, y en el siglo XIX se encolerizaron con Darwin, pero en el siglo XX todo quedó atrás y la ciencia domina … ¿Cómo no será el siglo XXI? Razonaba con alegría. Para colmar mi júbilo, los mismos curas enseñaban las ciencias sin mezclar religión en las mismas. Para eso existía la clase de “religión” como asignatura separada, donde estudiabas una versión “light” del Nuevo Testamento, limitada a las parábolas de los evangelios e ignorando el Apocalipsis y el Antiguo Testamento en su totalidad. Color de rosa ¿no?

La vida me llevaría después a Italia, donde descubriría el mismo “mindset” social, y hasta un tanto más liberal. Y fue allí donde mis extrapolaciones volvieron a engañarme: desarrollo económico y liberalismo social parecían correlacionados. Desde mi pueblecito hasta la séptima potencia mundial, la tendencia no había hecho más que confirmarse. ¿Cómo sería la situación en la primera potencia del mundo? Ah, iluso de mí al creer saber la respuesta.

Hollywood y las visas negadas no fueron de gran ayuda. Cuando en una época pre-internet  no has viajado a los USA porque tu juventud y soltería te convierte en potencial migrante, la única ventana que tienes a este país son las películas, y de allí no obtienes más que información imprecisa y estereotípica.

Derecha Americana = Religión + Jingoísmo
El siglo XXI ya rodó una década y mi nuevo país está dejando de ser la primera potencia científica, tecnológica y económica que una vez fue. Eso sí, continúa siendo la primera potencia militar y hasta eso es sintomático de su enfermedad. Mi nuevo país le debe en parte ese favor a que el 44% de su población profesa literalismo bíblico y eso incluye creer que Adán y Eva fueron personas reales que se la pasaban charlando con una culebra en el paraíso; creer que el planeta en que vivimos tiene sólo 6,000 años de edad y fue creado por magia en 6 días; creer en el geológicamente imposible diluvio de Noé; creer que en algún momento en sus vidas van a ser raptados hacia el cielo dejando atrás sólo su ropa “in situ” al lado de los que serán condenados. Mi nuevo país es este donde los políticos de un lado prometen, para ser electos, sustituir en las escuelas la enseñanza de la evolución y otras ciencias con creacionismo bíblico; es el país donde esos políticos resultan electos gracias a que las iglesias son centros de proselitismo conservador; es el país donde a los niños se les enseña los domingos en esas iglesias a agredir verbalmente a sus maestros de biología cuando mencionen aquella palabra que principia con “E”; el país cuya lista de casos legales contra los intentos de introducir creacionismo en clase de ciencia es ya larga; el país cuya calentura anticomunista de los años cincuentas le hizo cambiar su “E Pluribus Unum” por “In God We Trust” en su moneda, a pesar que la primera enmienda de su constitución establece la separación de iglesia y estado; el país donde gente de toda edad y género literalmente "habla" con Dios, quien siempre parece tener las mismas opiniones que sus interlocutores; el país escogido por Dios como su favorito para agotar los recursos naturales del planeta porque de todos modos “la segunda venida está cerca”; el país escogido también para castigar a las naciones infieles; el país al que se le ha conferido el poder nuclear suficiente para darle una manita al Armagedón; el país cuya religiosidad es directamente proporcional a sus niveles de criminalidad, maternidad adolescente, población carcelaria, inseguridad social, marginación de minorías, falta de salud pública, gente sin hogar. El país de mis hijos, el país al que amo a pesar que cae cada vez más en manos de gente que parece traída del siglo XIV.
Indoctrinamiento infantil a niveles inconcebibles

Es la profunda convicción de quien esto escribe que cada ser humano tiene soberano derecho de creer en lo que quiera y también de no creer en lo que no pueda. Que ese es un derecho que no debe ni puede ser negado bajo ninguna circunstancia. Pero también que esas creencias deben ejercerse en la esfera de lo personal, nunca ser impuestas a quienes tienen otros puntos de vista. Eso no es lo que está ocurriendo aquí. 

El Senado y la Casa de Representantes están ya infestados de locos y fanáticos religiosos dispuestos a imponer su ignorante y dogmática visión a todos los demás. Hasta hemos ya tenido presidentes pertenecientes a ese club, quienes han llevado al mundo a este callejón sin salida. Porque tú no tienes que ser un intelectual para ser electo, tú puedes darte el lujo de ser racista, xenofóbico, misoginista o monumentalmente ignorante y aún ganar la silla. Lo único que necesitas decir es “I love Jesus” y un buen porcentaje de la población caerá a tus pies con sus votos. La competencia política ya no se juega en el campo de la aptitud, desempeño o capacidad de gobernar. Si aquel Adolfo resucitara en este país, no le sería muy difícil adivinar lo que tiene que decir para volver a ser electo.
Cuando fingir rinde astronómicos réditos

Las consecuencias de esta situación la estamos pagando todos en este planeta. Debido a ella, alguien está muriendo en este momento, más de una especie se está extinguiendo, varios glaciares derritiéndose, museos y bibliotecas se están cerrando, y muchos lugares languideciendo en subdesarrollo.

Y aquí estoy con un palmo de narices en el esperado siglo XXI, llamado a ser el siglo del pleno predominio de la razón sobre la superstición. Aquí estoy teniendo el sabor de boca de haber retrocedido al menos  7 centurias y luchando para convencerme a mí mismo de que no nos estamos deslizando hacia una nueva Edad Media, en la que esta vez los señores feudales dispondrán de armas nucleares en lugar de espadas.

Entonces es claro ya el porqué el tema “Religión” dejó de ser para mí una de las 5x1020 cosas que me resbalaban sobre la piel, y el porqué pienso que el rescate del pensamiento racional y crítico puede significar la diferencia entre más civilización o ninguna. Ya no sueño con las maravillas que traería el siglo XXI. Ahora me conformaría con regresar a los niveles del anterior.

Gracias papá, gracias mamá. Ahora me toca hacer lo que pueda para que mis hijos no tengan nunca que decir “eppur si muove”.

1 comentario:

  1. En verdad estoy impresionada con estas palabras. De verdad Estados Unidos, con un nivel de cultura mayor que mi pobre El Salvador, piensa de esta manera? en verdad creen literalmente lo de Adán y Eva, el diluvio, los 6 días de creación? Porqué de todas las personas religiosas de las que estoy rodeada, ninguna cree literalmente esos pasajes de la biblia, le han dado su interpretación, por ejemplo, que cada día que se dice en la biblia es como una de las Eras. Esto es en El Salvador. Qué pasa en EEUU??
    Yo pienso que es estrategia política. Como la religión hace ciegas a las personas, sin capacidad de razonar y pensar, los políticos se han valido de eso y ellos mismos han de hacer crecer el fanatismo, porqué es más fácil convencer a la gente diciendo yo amo a Jesús, que convencerlas con una buen plan de gobierno. No será que es el siglo de la pereza? pereza para pensar, para razonar, para analizar?

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