Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

sábado, 30 de julio de 2011

Falacias Lógicas. Parte II

Confusión de lo inexplicado con lo inexplicable

Por la simple razón de que actualmente no tengamos una explicación para un determinado fenómeno, no significa que nunca la tendremos o que no exista una explicación escondida aún de nosotros. Esta falacia lógica hace una presuposición errada: que la ciencia llegó a su cúspide en su trabajo de explicar el mundo natural, y todo lo que queda inexplicado por ella pertenece al dominio sobrenatural y por tanto es inexplicable.

Ejemplo moderno:

“… pero qué había antes del Big Bang? Quién puso ahí esa materia y la hizo expandirse? Como eso no me lo pueden explicar, entonces mi explicación sobrenatural favorita tiene cabida como originadora de ese fenómeno”

Ejemplo antiguo:

“… pero cómo es que cae fuego del cielo con gran estruendo especialmente cuando llueve? Quién lanza desde arriba esas gigantescas chispas? Como eso no me lo pueden explicar, entonces hay un dios del rayo, enojado y probando puntería desde arriba”

La ciencia está muy lejos de explicarlo todo. Está tan lejos de ello que tal vez nunca lleguemos a saberlo todo. Mucha información se pierde en el cosmos a cada segundo como producto de la termodinámica. Pero no por ello vamos a inventar un duende detrás de cada misterio.


Falacia Cum hoc, ergo propter hoc.

O como quien dice, confundir correlación con causa. O en otras palabras, porque una tendencia A muestra una variación similar a la de una tendencia B, se concluye (falazmente) que ambas e relacionan causalmente.

Ejemplo:

“ La delincuencia se incrementa a medida que el acceso a internet por la población también lo hace. Por tanto el internet debe estar causando delincuencia”

Como este ejemplo existe una innumerable cantidad de fenómenos que presentan el mismo crecimiento o decrecimiento que otros, pero que no se vinculan causalmente sino en un modo completamente aleatorio e independiente.

Por supuesto que dos fenómenos pueden estar causalmente relacionados, pero esa relación debe mostrarse en forma más elaborada si se quiere construir un argumento de ella. Un estudio adecuado sobre el caso puede mostrar que el fenómeno A es en efecto causado por B, o que B es causado por A, o que ambos son causados por un tercer fenómeno C o por una compleja combinación de varios otros.


Falacia Post hoc, ergo propter hoc

Esta es igual a la anterior salvo que no se habla de tendencias sino eventos. Sucede el evento A, poco después el evento B, por tanto A causó B.

Ejemplo:

“En el país X se aprobó una ley considerada inmoral por un poder superior (de acuerdo a lo que me han dicho). Dos meses después sucedió allí un terremoto. Por tanto el terremoto fue causado por la aprobación de la ley X (como castigo)”

Es desesperanzador darme cuenta que por más sacado de la manga y orillado al ridículo que es mi ejemplo, existe muchas personas que razonan de esa manera (algunos hasta famosos y dueños de imperios mediáticos (léase Pat Robertson)).

No hay más que decir. Al igual que para el caso anterior, la causalidad entre dos eventos debe ser determinada por un argumento adicional sólido y científico.
 

Falsa Analogía

Si bien las analogías son sumamente útiles para explicar ideas usualmente complejas. La forma de nuestro universo en expansión a menudo se explica con la superficie de un globo que se infla; no tiene bordes, es cerrada en sí misma y cada par de puntos en su superficie cada vez están más separados, igual que la superficie de dos dimensiones del globo, nada más que en tres dimensiones.

Pero solemos también encontrar malas analogías sobre las mesas de debate, falsas analogías que no tienen punto de equivalencia con la idea explicada.

Ejemplo:

“La probabilidad que un organismo complejo evolucione por casualidad es la misma que un tornado pase por una huesera (deshuesadero) de piezas mecánicas y ensamble por casualidad un Boeing 747”

Ignoro quien creó esta falsa analogía, sólo sé que es predilecta de apologistas religiosos, políticos anticiencia, proponentes teocráticos y cualquiera que no se haya tomado la molestia de hojear un libro de biología. La evolución por selección natural no tiene absolutamente nada que ver con casualidad, sino que es la acumulación no casual de cambios favorables en el pool genético de una población. La evolución no es un evento aislado como lo es un tornado, son billones de microeventos de reproducción y adaptación al medio ambiente a lo largo de millones de años. (pero ya dedicaré buena tinta más adelante al hecho científico más atacado en la actualidad).

Así debe entonces desmantelarse este tipo de falacia cada vez que aparezca en el campo contrario, apuntando una a una las inconsistencias que la descalifican como analogía sobre la idea a la cual se pretende aplicar.

 
Falsa Dicotomía (o Falso Dilema).

Una ya clásica Falsa Dicotomía
Reducir arbitrariamente un conjunto de muchas probabilidades a sólo dos, es erigir una falsa dicotomía.
El mejor ejemplo que se me ocurre es el de la Apuesta de Pascal, pero voy a desistir de comentarla aquí porque ese tema es tan jugoso que se merece un completo post para sí solo. En su lugar traigo a cuenta una falsa dicotomía con la que me topé en una discusión en otro blog:

“Seguramente somos seres a los que se le ha otorgado libre albedrío y por ello seremos juzgados por nuestros actos, porque de lo contrario seríamos robots programados a los que no se les puede pedir cuentas”

Para el proponente existe solo esas dos posibilidades, si no es una es la otra, o Chana o Juana, como se decía en mi pueblo. Pero con poquito esfuerzo cerebral podemos imaginarnos todo un abanico de otras  posibilidades: podríamos estar programados pero tener la ilusión de hacer elecciones cada vez; o podríamos tener un libre albedrío fuertemente limitado por el determinismo de nuestras propias posibilidades (intelectuales, financieras); o podríamos no ser creados por nadie ni ser el producto de una inefable conspiración, en cuyo caso ni el concepto de libre albedrío ni el de programación tendrían sentido alguno; podríamos tener libre albedrío pero no necesariamente afrontar un juicio por nuestros actos, y hasta podríamos estar programados para actuar mal y ser condenados por ello, como la historia de Judas Iscariote parece indicar.


Construcción de un Espantapájaros

La erección de un espantapájaros (strawman) consiste en inventar características en el oponente o sus ideas, de modo que pueda ser atacado mejor.

Los ejemplos abundan en el campo de la política electorera, cuando cualquier moderada tendencia hacia la izquierda o la derecha es tildada por el oponente como “comunista” o “fascista”, respectivamente. Resulta entonces fácil tomar el papel de adalid de la libertad que lucha contra quienes quieren esclavizar al pueblo; eso es mucho más fácil que discutir el moderado plan de gobierno del adversario.

Un espantapájaros se construye también cuando sobre el cuello de moderados religiosos se cuelga el rótulo de “fanáticos inquisidores” o cuando a los racionalistas, agnósticos y ateos se les trata de inmorales, nihilistas y hasta de fanáticos por el simple hecho de expresar sus dudas.

miércoles, 13 de julio de 2011

Falacias Lógicas. Parte I

Como habíamos dicho, un argumento se construye de dos premisas que se suponen aceptadas y son procesadas por un Principio Lógico de Equivalencia (PLE) para producir una conclusión. Dicho PLE puede ser válido o inválido. Si es válido, aún tiene que pasar la prueba de solidez, lo cual logra sólo cuando sus premisas son ciertas. Un argumento sólido (y por tanto válido) es un argumento ganador.

Normalmente un argumento pretende convencer a la parte oponente sobre el valor de verdad de una idea. Entonces,  en un proceso conocido como racionalización, esa idea toma el rol de una conclusión y se reingenieriza hacia atrás el PLE que la valida junto con las premisas que la generan. Así se racionaliza una conclusión.

Entre buenas premisas y una conclusión que no convence, sólo se puede interponer una o más Falacias Lógicas utilizadas para construir el argumento. La agrupación de esas falacias lógicas o sofismas nos arroja más de 20 tipos, que paso a describir en varios posts. 


Argumento Ad Hominem

Un argumento ad hominem es cualquier intento de rechazar las afirmaciones o conclusiones del adversario a través del ataque a sus características personales, en lugar de atacar sus argumentos.
Miren el camaroncito que quiere dirigir el país!

Ejemplo:
      
      -          “Lo que pasa es que ese señor ya está viejo, por eso opina eso tan ridículo”

Sustituyendo la ad hominem acusación de “viejo” por cualquier otro rango de edad, género, etnicidad, nacionalidad, afiliación política o religiosa, estado mental o físico y ya se tiene una gran variedad de ejemplos adicionales.

El problema con la falacia ad hominem es que no se ataca el argumento que el oponente está haciendo. Por tanto nos quedamos con la duda de si se trata de uno bueno o uno malo.  


Argumento Ad Ignorantiam

El argumento ad ignorantiam es aquel que afirma que una creencia específica es cierta porque no sabemos que no sea cierta.

Ejemplos:
    
   - “No hay ninguna explicación para esas luces que se vieron anoche en el cielo. Por tanto son naves interestelares tripuladas por seres de otros mundos.”
     
    - “Desconocemos mucho sobre cómo funciona el cerebro humano. Por tanto debe haber un zona de éste, capaz de enviar o captar señales a larga distancia.”
     
    - “No sabemos nada de lo que hay después de la muerte. Por tanto seguramente vamos a un lugar en otra dimensión a recibir premios o castigos, y a adquirir repentina omnisciencia.”

Para hacer una afirmación positiva, evidencia positiva debe ser presentada. La ausencia de una explicación alternativa sólo significa eso: que no sabemos. No significa que somos libres de inventar una explicación que nos gusta.


Argumento por Autoridad

La estructura básica de este argumento es: El Profesor X opina A, el profesor X es una autoridad en cierta materia, por tanto A es cierta.

El Profesor X podrá ser una tremenda eminencia en la materia sobre la que está opinando, pero esa idea debe sostenerse con su propia fuerza, independientemente de las laureas alcanzadas por aquél. Esa idea no se hace cierta sólo porque quien la propone es una autoridad.

El reconocimiento de esta falacia lógica a veces se facilita cuando el campo de experticia de la autoridad citada no tiene nada que ver con el tema en cuestión. 

Ejemplo:

    - “El Santo Papa afirma que el uso de preservativos no ayuda a detener la epidemia de SIDA. Lo dice el Papa, por tanto debe ser cierto.”

Esta falacia debe ser tratada con mucho cuidado pues no podemos tampoco descartar a priori las opiniones de los expertos de cada materia. Por supuesto que sobre agujeros negros es mejor prestar más atención a lo que Stephen Hawking tiene que decir, que a lo que a Bill O´Reilly se le pueda ocurrir, pero será siempre los argumentos que Hawking presente lo que habrá que atender, no el título que acompaña su nombre.


Argumento Ad Consequentiam

Este argumento defiende que algo debe ser falso, porque de ser cierto sus consecuencias serían algo que no deseamos. También defiende que algo debe ser cierto, porque de ser falso también tendríamos consecuencias indeseadas.

Ejemplos:

      -  “La ley de compensación  debe ser real, pues de no serlo no se me hará justicia” 
     
     - “El libre albedrío debe ser cierto, pues de lo contrario seríamos robots” (también es una falsa dicotomía, como discutiremos más adelante).

Que percibamos una consecuencia como deseable o indeseable y también percibamos que un hecho de la realidad conduce a ella, no afecta en nada su valor de verdad. El universo y su fría realidad no da un bledo por nuestros deseos o subjetivos esquemas culturales.


Argumento Ad Populum

Es aquel que pretende convencernos que una creencia se vuelve cierta en virtud del número de personas que la profesan.

Por más que trato de imaginar un ejemplo que no tenga que ver con religión, tendré que renunciar a ello. El mejor ejemplo es la religión.
    
   - “Mira, mi religión es profesada por la mayoría de la población, eso debe ser por algo. Entonces mi religión y todas sus afirmaciones sobre la realidad deben ser ciertas.”

El mejor modo de contrarrestar esta falacia es apuntar que no en todos lugares y épocas la religión mayoritaria es o ha sido la misma. Si el argumento ad populum tuviese algún mérito, entonces para un griego de la antigüedad sería fácil concluir que Zeus con todo y barba, túnica y sandalias, es el dios de dioses en el Olimpo desde donde manejan nuestras vidas como titiriteros.

Si una persona puede equivocarse, entonces 7 mil millones también pueden hacerlo. La realidad no se determina por votación.

Argumento de Incredulidad Personal

Este es parecido al argumento ad ignorantiam, salvo que en este caso la excusa no se refiere a la ignorancia global de la humanidad sino a la muy personal y supina ignorancia de quien lo esgrime.

Ejemplos:

     - “Yo no puedo entender cómo el tiempo puede detenerse si se viaja a la velocidad de la luz. Por tanto la teoría especial de la relatividad debe ser falsa”.
   
     -   “Yo no creo que el universo haya comenzado con una explosión de materia. Por tanto la teoría del Big Bang es falsa”.

Prácticamente cada teoría e hipótesis científica puede encontrar un ejemplo de incredulidad personal. En forma general se puede expresar así: “Yo no creo en la teoría X porque no me he tomado la molestia de estudiarla, y si me la tomé no me dio la cabeza para entenderla, y es más fácil irse a comer una paleta de coco al parque. Por tanto la teoría X debe ser falsa.”

La respuesta más efectiva para quien blanda este argumento es:    ¡ESTUDIA!!!! 

(Continuará)

miércoles, 6 de julio de 2011

Lógica Argumentativa. Cómo desnudar las falacias de tu oponente o aceptar con gracia sus razones

Introdujimos en el anterior post el concepto de silogismo como unidad de razonamiento lógico. En el teatro de acciones de un debate se suele usar silogismos como munición, pero en ese caso reciben el nombre de Argumentos, y estos pueden ser buenos o malos argumentos, válidos o inválidos, sólidos o endebles.

Igual que en un silogismo, un argumento parte de dos premisas que se presumen ciertas y aceptadas  por las partes debatientes. Sobre ellas es aplicado un Principio Lógico de Equivalencia que conduce a una conclusión. Así:

Premisa 1: A=B;     Premisa 2: B=C;     Conclusión: A=C

Sustituyendo esos algebraicos símbolos por conceptos cotidianos, un particular argumento podría ser:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales;
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos;
Conclusión:         Todos los griegos son mortales.

No existe mente racional que pueda contrargumentar lo anterior con alguna posibilidad de éxito.

Escudriñemos un poco más la anatomía de los argumentos lógicos proponiendo la siguiente analogía: 

Un argumento es como una maquinita que toma dos premisas y las convierte en una conclusión. Esa maquinita es el principio lógico de equivalencia, el cual puede funcionar bien o puede estar averiado. 


Principio Lógico de Equivalencia de nuestro ejemplo en forma gráfica
En el caso de nuestro ejemplo, el principio lógico de equivalencia aplicado es el que se deriva de la condición de categorías anidadas: “griegos” como subconjunto de  “seres humanos”, la que a su vez es un subconjunto de “mortales”.

El buen o mal estado de la maquinita es independiente de las premisas que la alimentan, las cuales pueden ser ciertas o falsas.

Cuando la máquina está en buen estado, es decir cuando nuestro principio lógico de equivalencia es correcto, decimos que el argumento es Válido.

Pero una máquina válida puede producir una conclusión falsa si las premisas también lo son, y podemos estar seguros que producirá una conclusión cierta si la alimentamos con premisas ciertas. En ese último caso lo que tenemos es un Argumento Sólido y el ejemplo anterior que concluye a los griegos como mortales lo es.

¿Qué pasa si tenemos un principio de equivalencia lógica válido (máquina en buen estado) pero la alimentamos con premisas falsas? Bueno, pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son árboles (premisa falsa);
Premisa 2:           Todos los gatos son seres humanos (premisa falsa);
Conclusión:          Todos los gatos son árboles (conclusión falsa).

Es un argumento que parte de premisas falsas (basta que sólo una de ellas lo sea) y llega a una conclusión falsa. Sin embargo su principio lógico de equivalencia es válido (es exactamente el mismo que en el primer ejemplo).

¿Qué pasa ahora si tenemos premisas ciertas pero un principio de equivalencia lógica inválido (máquina defectuosa)? Pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales (premisa aceptada a priori como cierta);
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos (premisa también aceptada a priori como cierta);
Conclusión:         Algunos griegos son inmortales (conclusión falsa).

No es evidente cuál es el defecto de la maquinita en este simplificado ejemplo, pero podemos asegurar que existe un defecto en ella. Es un argumento inválido.

Sabemos que los debates inician porque una de las partes propone una idea que es refutada por la otra. Entonces, la parte proponente elabora un argumento lógico partiendo de dos premisas que son aceptadas por la parte refutante, y presenta su principio lógico de equivalencia (maquinita) para soportar su conclusión. Es importante que haya acuerdo en las premisas, en caso contrario hay que ir un paso atrás y elaborar un argumento que convierta dicha premisa en conclusión aceptada.

Una vez que un argumento ha sido desplegado sobre la mesa del debate, y suponiendo se tuvo el cuidado de asegurar acuerdo en las premisas, el único elemento criticable es el principio lógico de equivalencia (o maquinita). Si ésta no tiene defecto y funciona bien aún cuando la alimentemos con otro par de premisas ciertas, el argumento es sólido y no queda más salida que aceptar la derrota. Pero si la máquina es defectuosa, el debatiente entrenado debe ser capaz de abrir el capot y señalar los engranajes, fajas, ejes o inyectores defectuosos.

Esas piezas defectuosas han sido etiquetadas como Falacias Lógicas y agrupadas para su fácil memorización y reconocimiento.

El pronto olfateo e identificación de Falacias Lógicas en los argumentos adversarios constituye un arma defensiva terrible e invulnerable. Por otra parte, el sometimiento de nuestros propios argumentos a una limpieza de falacias, se convierte en un arma ofensiva implacable, ya sea que nuestro debate sea contra otra persona o contra nuestros mismos sesgos y subjetivismos. El resultado debe ser en todo caso la aproximación a la verdad.

En el próximo post enumeramos las falacias lógicas más comunes (esta vez de a de veras).