Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

domingo, 28 de agosto de 2011

Evolución. El fenómeno natural y su mecanismo

Imaginemos por un momento una manada de animales de una especie indefinida. Unos herbívoros ungulados que recorren la sabana africana en busca de pastos. Una especie sin nombre pues no hay nadie en las inmediaciones con capacidad de poner nombres (sucedió hace unos cuantos millones de años). Luego de una prolongada temporada seca, las nubes monzónicas por fin derraman vida sobre la tórrida superficie y se inicia un reality show de supervivencia. Es una plácida tarde de pasto y agua, pero repentinamente algo irrumpe en el silencio y en los nervios de nuestra manada. Levantar la cabeza, parar las orejas y dar el primer salto es un solo movimiento, y se inicia una carrera más por continuar viviendo. Como es usual, nadie vio venir a los felinos. Avanzaron agazapados negociando la distancia contra la aguda sensibilidad de las desprevenidas presas. Ahora toda la manada corre en una competencia que en realidad no es contra los tres o cuatro depredadores que les pisan los cascos. La competencia es entre las víctimas: si eres un tipo promedio o por sobre el promedio, vivirás; si eres el más lento, tu día llegó.

Una o dos presas bastan para que los felinos tengan su festín. Te salvaste gracias a no ser el más lento, a tener genes que te otorgan regular velocidad; mañana temprano te estarás apareando y haciendo pasar esos genes a una nueva generación, esa suerte no la tuvieron dos individuos esta tarde.

La manada cuenta con algo llamado “pool genético” que le otorga a todos, más o menos, las mismas características físicas. Las imperceptibles diferencias entre individuos existen debido a esa constante combinación y recombinación de genes dentro de esa específica población. Sin embargo nadie es clon de nadie, cada código genético individual es único.

Tipos de mutación que la molécula de ADN puede sufrir
Habíamos hablado del modo en que la información genética se transmite gracias a los procesos de reproducción celular, mitosis y meiosis. En ellos la molécula de ADN hace una copia exacta de sí misma, ayudada por una enzima llamada polimerasa. Esa enzima es como una maquinita copiadora que encuentra el código de cuatro letras (A,T,C y G) distribuidos en 3,300,000,000 posiciones y lo copia exactamente en la nueva molécula. Es decir, encuentra “…GTACTGATACATGACGTTC…” y escribe “…GTACTGATACATGACGTTC…”. Eso es así siempre! …. ¿O no?... bueno, la verdad es que nadie es perfecto y a veces la polimerasa se equivoca -o agentes externos como radiación o rayos ultravioleta la hacen equivocar- y podría escribir “GTACTGATACATGACGTAC”. Nótese la penúltima posición, escribió una A en lugar de una T. Si eso llega a ocurrir en un tramo que codifica genes o controla su activación, entonces lo que ha sucedido es una MUTACIÓN GENÉTICA. Esa mutación es un evento completamente aleatorio y puede producir cambios sutiles o considerables en la progenie que lo lleva.

Todas las poblaciones de seres vivientes sufren constantemente mutaciones, y nuestra manada de la sabana africana no es la excepción. Imaginemos entonces algunas de las posibles mutaciones que pueden presentarse: algunas de ellas les producen pelaje más corto o más largo, mayor o menor tamaño corporal, ojos más claros o más oscuros. A lo mejor la mayoría de mutaciones no impactan significativamente la supervivencia de los individuos que la poseen, pero hay una que en este caso debe ser vital: la capacidad de correr velozmente. Si la mutación le produce al individuo que nace con ella, mayor velocidad que la promedio, nunca caerá en las garras de los depredadores y tendrá una vida larga y con mucha descendencia. Progenie que llevará también la misma mutación de supervelocidad que su progenitor y quienes a su vez tendrán mejores posibilidades de multiplicarla. En cambio, si la mutación le produce al individuo patas más cortas o una desviación negativa con respecto a la velocidad promedio en la manada, los depredadores no le darán oportunidad a esa mutación de multiplicarse. Con el tiempo y el paso de muchas generaciones, la mutación de hipervelocidad se habrá difundido por toda la manada dando como resultado las gacelas, antílopes e impalas que hoy en día conocemos.
Mutación exitosa en la mariposa nocturna. Si no te ven no te comen.

Por su parte también los depredadores han sufrido su propio proceso evolutivo que les permite adaptarse a un ambiente donde su comida cada vez es más rápida para escaparse. En ese caso, millones de años de “positivas” mutaciones han ido esculpiendo a los poderosos leones, chitas o leopardos en una verdadera carrera armamentista -presa vs depredador- que aún continúa.

Ahora imagina que en algún momento la manada de la que empezamos hablando se divide en dos y una de esas mitades emigra a otra región donde no hay grandes felinos. Queda aislada de ellos y de sus antiguos compañeros de especie por insalvables barreras naturales, levantadas por cataclismos u otros eventos. La presión de supervivencia con base a velocidad y buen nervio deja de existir. Una mutación que agregue velocidad ya no es ventaja, y podría hasta suceder que en la nueva situación topográfica sea más útil poseer piernas cortas y fuertes que gráciles y ligeras. Podría ser que, en ausencia de predadores, la selección sexual se vuelva más importante en la transmisión de los genes y los machos desarrollen ostentosas cornamentas con las cuales impresionar a las hembras y combatir por ellas. Una mutación tal, que pudo ser mortal en medio de leones, es ventajosa en su ausencia. Con el paso de los milenios, esas dos poblaciones de ungulados derivados de una sola manada, constituirán dos especies perfectamente distinguibles.

Eso es el fenómeno de la naturaleza conocido como EVOLUCIÓN por SELECCIÓN NATURAL. El proceso en el cual enteras poblaciones de seres vivientes se adaptan a su medio ambiente, como producto de la difusión de mutaciones favorables en su pool genético y la desaparición de las que no lo son.

Así los chitas se volvieron los depredadores más veloces, los osos polares se volvieron blancos y más pesados, las tortugas desarrollaron caparazón, los camellos su “lonchera” y el homo sapiens su inteligencia. Cada especie es el resultado de las presiones ambientales y las pequeñas mutaciones genéticas acumuladas a lo largo de millones y millones de años, que les llevaron a subsistir y evitar extinción.

La evolución está ocurriendo no sólo ante nuestras narices –especies que han cambiado color o tamaño en sólo unas décadas- sino que, si estás con gripe, está sucediendo dentro de tus narices con una “manada” de rinovirus mutando y adaptándose a la depredación que tu sistema inmunológico le impone.

Esto hemos hecho en pocos siglos. Qué no ha hecho la naturaleza en billones de años?
El mecanismo evolutivo de SELECCIÓN NATURAL es tan efectivo y fácil de replicar artificialmente, que en pocos siglos los seres humanos hemos transformado nuestros animales domésticos y de granja a un grado tal que ya guardan poco en común con los modelos originales. Gran daneses de 2.20 metros de cabeza a cola, comparados con chihuahuas  de 20 cms; vacas Holstein que producen más de 8,000 litros de leche al año, caballos que corren a 80 km/hr, bananas que caben en la mano de Ray Comfort. Casi ninguna de nuestras especies de granja y domésticas o de las frutas, verduras y granos que consumimos tiene mucho que ver con las especies salvajes que las originaron. Casi todas han sido esculpidas por el ser humano utilizando la selección artificial, que no es más que la imitación de la selección natural, en busca de las características deseadas.

La evolución es un fenómeno natural, como la gravedad o el electromagnetismo. La Teoría de la Evolución es el cuerpo robusto de información que explica ese fenómeno.

Es curioso cómo el ser humano alinea sus ideologías en paquetes, dentro de los cuales a veces encuentran cabida las ideas más disparatadas y que nada tienen que ver con el núcleo central ideológico mismo. En los Estados Unidos (mi país por adopción), uno de los extremos ideológicos ha conformado su paquete con cosas tales como xenofobia, ultranacionalismo, excepcionalismo y egemonía global americana, negación del calentamiento global, antiambientalismo, antiintelectualismo, hiper-religiosidad y, derivada de esta última, un ataque encarnizado a la enseñanza de la evolución. ¿Qué tiene que ver un fenómeno natural y la teoría científica que lo explica con la conservación del status quo? Aparentemente nada, pero intentaré dar una respuesta en el futuro cercano. Comentaré sobre las misconceptions (malos entendidos) más recurrentes que en general se tienen sobre la evolución y hablaré sobre los estrepitosamente ridículos argumentos que se esgrimen en contra de ella.

viernes, 19 de agosto de 2011

Genética y ADN. La lucha por explicarlos en un solo post … y no morir en el intento.

Los 23 pares de cromosomas del núcleo de nuestras células
Tu cuerpo, como el del resto de seres vivientes, está formado por tejidos. El bloque básico o unidad mínima que constituye esos tejidos es la célula. Esas células poseen un núcleo. Dentro de ese núcleo se alojan unas estructuras a las que se denomina cromosomas y son éstos los que cargan con toda tu información genética.

Cada una de tus células posee un set completo de cromosomas. Ese set consiste en 46 cromosomas apareados. En cada núcleo de tus células hay un "ballroom" donde 23 versiones de tu papá y tu mamá bailan el tango de tu individualidad. 46 bailarines, distintos unos de otros, unos más grandes que otros, todos con forma de X, con una excepción si eres hombre: en la pareja 23 uno de ellos es como una Y.  En cada una de esas parejas, un bailarín viene de tu mamá y el otro de tu papá. Con su danza producen aminoácidos, y estos a su vez proteínas en una secuencia muy particular para ti y que determina mucho sobre ti, desde tu color de ojos hasta tu propensión a la diabetes.

Tu cuerpo crece y/o se renueva porque sus células se reproducen. En un proceso llamado mitosis una célula se reproduce haciendo una copia de sí misma, y ese “copy and paste” incluye por supuesto a los cromosomas. Eres la misma persona en cada parte de ti (vaya frase).

Pero también tus células son material básico para que te reproduzcas como entidad biológica. En tus gónadas algunas células se dividen, utilizando ya no el proceso de mitosis sino otro conocido como meiosis, a través del cual se obtiene un tipo especial de ellas con sólo la mitad de los cromosomas. Se interrumpe el baile, se separa cada una de las 23 parejas y se les manda a bailar “La Macarena” (quiero decir un baile individual) en salones separados. Esas células se llaman gametos y pasan a constituir cada óvulo y cada espermatozoide. Pero además de eso, sucede durante la meiosis algo interesante: antes que las parejas se separen, cada bailarín intercambia partes de su cuerpo con su pareja. Así los gametos que producirán a tus hijos, llevan a tu papá y tu mamá bien barajados como naipes. Si tus dos progenitores se mezclan en tus gametos, imagínate cómo se remezclan tus 4 abuelos, tus 8 bisabuelos, tus 16 tatarabuelos, etc, etc. Y como cada meiosis es un proceso aleatorio, ninguno de tus óvulos (que produces 1 al mes) o de tus espermatozoides (12,000,000,000 al mes), es igual a otro.  Cada uno de ellos (óvulo o esperma) contiene 23 cromosomas, o 23 bailarines en busca de pareja. Todos los cromosomas se barajean en la meiosis, salvo uno: el cromosoma “Y”, que en realidad se copia idénticamente de padre a hijo varón.


Cuando un afortunadísimo espermatozoide (que ya lleva escrito si dará origen a varón o hembra) logra tener entrada exclusiva a un óvulo, entonces sus 23 cromosomas se combinan con los 23 de éste para formar de nuevo parejas e iniciar el tango de una nueva vida. Un nuevo ser que será muy parecido a sus padres pero que también será único y distinto a cualquier otro ser en el universo.

Pero ¿qué son en realidad estos cromosomas? ¿de qué están hechos?

Cada cromosoma está compuesto principalmente por una larguísima molécula en forma de doble hélice. Esa molécula es más bien como una escalera que se retuerce sobre sí misma. Es la famosa molécula de ADN o Acido Desoxirribonucleico que tanto ha penetrado nuestra cultura popular. Cada peldaño de esa escalera está formado por la unión de dos subestructuras conocidas como nucleótidos. Hay sólo cuatro tipos de nucleótidos: Adenina, Guanina, Timina y Citosina, pero para facilitarse más la vida se les denomina sólo por sus iniciales A, G, T y C. Cada tramo de la escalera se compone de la combinación de dos de esas moléculas: A va siempre con T y G con C.

De modo que la molécula de ADN contiene nuestro código genético expresado como una combinación de cuatro letras, así: …AAAGCTCGGCTCGTTGACACCGTAATGGGTTCGATGCATCAGTCGAC…

El caso se comienza a complicar cuando consideramos la longitud total del código. Los 46 cromosomas contienen cerca de 3,300,000,000 peldaños o letras (bases) en secuencia. A ese total de información codificada se le denomina genoma. Si quieres escribir el genoma humano en libros impresos, ahí tienes letras suficientes para llenar 1,500 volúmenes de 1,000 páginas cada uno. Pero te cabe también en un DVD de datos.

Existe ADN también en una estructura fuera del núcleo, conocida como mitocondria, que complementa el genoma y que se copia intacto de madre a hijo. Es decir, tienes en tu mitocondria el mismo código de tu mamá, tu abuela, tu bisabuela, tatarabuela, etc., independientemente de si eres hombre o mujer (todos tenemos mitocondrias).

No toda la molécula de ADN en nuestros cromosomas da cuenta de nuestra información genética. Lo que se encarga de ello son más bien ciertos tramos o secuencias específicas distribuidas aquí y allá por todo el genoma. A esos tramos de secuencia codificada es a lo que se conoce como genes. En todo el genoma cromosómico humano tenemos más de 32 mil genes. Ellos definen nuestro color de piel, nuestra estatura, nuestro carácter y toda otra característica innata.

Resulta curioso que los genes humanos ocupan sólo el 2% del genoma humano. Por ello, al resto de ADN que no codifica genes se le dio en llamar inicialmente “ADN basura” (junk DNA), pues erróneamente se pensó que era ADN sin ninguna función. Ahora se sabe que algunas zonas del ADN no codificante sirven como switches que activan o desactivan uno o más genes específicos o controlan funciones importantes de la molécula de ADN misma.

Para que los procesos reproductivos (mitosis y meiosis) se verifiquen con éxito, es necesario que la molécula de ADN también se reproduzca. Y para eso es muy buena, para hacer copias de sí misma. Con la ayuda de unas enzimas (helicasa y polimerasa), cada peldaño (base) de la escalera se rompe y la molécula de ADN se abre partiéndose en dos, como una cremallera o zipper. Entonces la polimerasa encuentra los respectivos nucleótidos para los peldaños sueltos de cada semiescalera, logrando producir una réplica perfecta.

Todos hemos oído decir que el ADN es como nuestras huellas digitales, es único para cada individuo (salvo en el caso de gemelos homocigóticos), pero vale la pena hacer la aclaración que todos los seres humanos compartimos un 99.5% del genoma, la diferencia entre individuos se encuentra en el 0.5% restante. Para ubicarse mejor es útil saber que compartimos el 98% con el chimpancé (nuestro más cercano pariente no humano) y un 60% con una banana (un pariente un poco más lejano), lo que no debe mover a extrañeza pues el ADN es un denominador común de todos los seres vivientes. Ese 0.5% de más de 3 mil millones de bases nucleótidas que el ADN contiene, es suficiente para diferenciar e identificar a los 7 mil millones de seres humanos (y muchísimo más). De ese modo en los laboratorios forenses es posible determinar si la sangre o tejido encontrados en el sitio de un crimen corresponden a los del acusado.

Una útil aplicación que en medicina preventiva tienen los tests de ADN, es en la determinación de nuestra propensión a desarrollar ciertas enfermedades, puesto que los genes específicos que nos hacen propender a ellas están identificados.

Sabemos también que el ADN es la traza codificada de nuestra ascendencia. A través de un test genealógico de ADN se puede determinar, en caso de duda, la paternidad o parentesco de un individuo sobre otro. O yendo más profundo en nuestra ascendencia, algunas compañías se dedican a -por un poco más de $100- saciar nuestra curiosidad, encontrando qué tanto de origen europeo, africano, asiático o americano tenemos. Te determinan también la ruta geográfica que tus ancestros siguieron por el mundo desde nuestro origen común en Africa, ya sea utilizando tu línea paterna a través del cromosoma Y, o por línea materna a través del ADN mitocondrial. Me imagino que en América Latina es común encontrar cromosoma Y que llegó por barco desde la península ibérica y ADN mitocondrial que llegó a pié desde Asia atravesando el estrecho de Bering, pero estoy solo conjeturando.

Rutas migratorias del cromosoma Y (en azul) y del ADN mitocondrial (en naranja)
Esos estudios genealógicos basados en cromosoma Y y ADN mitocondrial aprovechan un interesante fenómeno: ambos códigos de ADN se transmiten intactos por línea paterna y materna respectivamente, pero de vez en cuando sucede una mutación en una persona, la cual es transmitida a su descendencia. Esto ha creado “marcas” de variación en el cromosoma Y y el ADN mitocondrial que se han rastreado y relacionado con las etnias y regiones geográficas  donde ocurrieron. Nuestra profunda ascendencia es determinada de acuerdo a cuáles de esas marcas poseemos.

Típico perfil de ADN
¿Cómo se realiza este tipo de exámenes de los que he hablado arriba? Pues no necesitan trabajar con todo el genoma, sólo aislar los genes y secuencias que interesan, y reproducirlos con polimerasa y nucleótidos sueltos. En esas secuencias lo que hacen es identificar ciertos “tandems” de letras, como decir “CCAT” y contar las veces que se repite en toda la secuencia aislada. Así obtienen un perfil de ADN que puede ser ya comparado con otros.

Para finalizar quiero llamar la atención sobre un particular: los test de ADN descritos arriba no son lo mismo que el secuenciado del genoma. Aquellos son relativamente sencillos y baratos, en tanto que el Proyecto del Genoma Humano fue un megaesfuerzo que costó 13 años y 300 millones de dólares en completarse, en 2003. Debido a la mejora y abaratamiento de la potencia computacional y otras técnicas, hoy por hoy, secuenciar un genoma humano cuesta unos $10,000 y ese precio sigue cayendo geométricamente (cae a la mitad cada 9 meses).

Pero este tema del genoma humano, como el genoma del chimpancé, el genoma del hombre de Neanderthal y otros, merecen sus propios artículos.

viernes, 12 de agosto de 2011

Y la Tierra volverá a ser plana

Lo recuerdo como si fuese ayer. Habíamos llegado al colegio más temprano de lo acostumbrado. El sol entró con nosotros a aquel salón y comenzamos a mover mesas y a improvisar nuestro escenario. Siete u ocho adolescentes frenéticamente corriendo, deslizando nuestros cuerpos en levitas de talla ajena y nuestros imberbes rostros en ridículas barbas de peluche. Alguien revisa la check list: candelabros -¡check!, sotana cortesía del padre Chicho para quien hará de Papa – ¡check!, biblias y libros negros - ¡check!, media pelota de plástico para la cabeza del Papa-¡check!, la calavera del esqueleto de un laboratorio obtenida en préstamo después de largos trámites y ruegos-¡check! Cada quien poniendo a punto su propio atuendo a la usanza de un siglo atrás. Una cadenita me cruzaba el costado pretendiendo pasar por leontina y una mala imitación de chistera caía de mi cabeza a cada paso. Más de algún compañero había llevado hasta monóculo.

El colegio era salesiano, la clase era Estudios Sociales y los nervios eran míos. Aquella representación teatral era una buena tajada de la calificación, pero lo bueno de ese tipo de evaluaciones era que puesto que estás haciendo ver tu trabajo en las propias narices del maestro y condiscípulos, ya tienes por lo menos de partida un siete ganado. Lo “malo” es que estás en franca competencia contra compañeros que adoran competir y, en caso de ganarte, te lo recordarán hasta el día de la graduación. Hoy estarán entre el público observando en qué te equivocas y qué ideas pueden mejorar.

El tema, … ah olvidaba mencionarlo. Uno cualquiera. Simular un debate entre científicos y teólogos en una época pasada. Un debate que, tal como habíamos aprendido en clase de Biología y en E. Sociales misma, había sido una papa caliente 100 años antes. La nueva teoría de la Evolución de las Especies por Selección Natural, lanzada como cubeta de hielo entre vestido y espalda de la mojigata sociedad victoriana, por un atrevido de nombre Charles Darwin. El debate era moderado ni más ni menos que por el Papa -en nuestro inocente libreto- quien al final hacía de juez y emitía un veredicto (creo recordar que se trataba de Pio XII, quien fue el que promulgó la encíclica Humani Generis, por lo que ahora realizo que estábamos cometiendo un tremendo anacronismo al vestirnos de levita, pero bueno…).
El hombre cuya brillante observación le dió sentido a la ciencia de la vida

Como dije, el tema era cualquiera. Una de esas historias del pasado en las que las ideas modernas debieron chocar contra dogmáticos paradigmas y estructuras de poder para abrirse paso. Pudo ser Cristóbal Colón tratando de convencer a cortesanos que la Tierra es esférica y por tanto podría llegar a oriente con su proa hacia occidente, o Galileo defendiendo el heliocentrismo ante sus inquisidores. Ese tipo de historias que aprendes de modo sencillo en las aulas en la parte introductoria de cada tema. Esas que no te llevan al detalle de explicar que ni Colón ni Galileo (y ni siquiera Darwin) fueron en realidad los primeros en hacer sus propuestas, pero que son suficientes para entender la historia del conocimiento humano.  Historias de un pasado ya superado (gulp!).

Mi papel era el de teólogo, moralista y defensor de las buenas, pías y santimoniosas tradiciones de la sociedad. Sosteniendo un libro negro que simulaba ser la Biblia, pero cuya real función era esconder un papel con mis líneas, al llegar mi intervención traté de mostrarme como el más cabeza dura e inflexible de los puritanos. Desde mi picosa y ya ensalivada barba, condenaba a esos inmorales científicos del otro panel por tratar de introducir ideas peligrosas en la juventud. Ellos a su turno explicaban con terminología científica los hallazgos, las razones y conclusiones de la nueva teoría. Mi amigo "Tribilín" hablaba solemnemente de australopitecos y fósiles mientras sobaba los arcos superciliares de la calavera que sostenía en la otra mano.

El Papa Pio XII (1876-1958)
Al final, el Papa declaraba ambas posiciones como válidas y decretaba un Non Overlapping Magisteria en el que la ciencia tiene su puesto como guía del intelecto humano y la religión el suyo como guía del espíritu, conductora de la moral y salvadora de almas. Nuestro Papa validaba la teoría de Darwin, declaraba el Génesis como “bella metáfora” y nos mandaba a todos a ……. ser buenos y ganarnos el cielo.

Y así transcurrió nuestra media hora, en medio de nervios, tartamudeos y la infaltable comedia no intencional (le dieron un candelazo al Papa y se le resbaló a Tribilín la calavera, que no paró de rodar hasta que llegó al fondo del salón).

Ronda de aplausos, buena calificación, pero…. no ganamos. Fueron otros sí, los del grupo del “che peluca”  quienes con trajes y barbas de mejor calidad, y -ahora lo acepto-  mejor actuación, consiguieron un nítido diez de calificación, el derecho a presentarse ante mil personas en la semana cultural y el apoyo y consejos del padre Ramiro, ex-estudiante de dramaturgia y actuación, quien a punto estuvo de auto incluirse en el elenco.

Y guardé la simpática experiencia en el saco de las pequeñas derrotas, ahí al ladito del de las pequeñas victorias (hey, en basket sí le ganaba al che peluca), donde los recuerdos envejecen con el llegar de otros nuevos y languidecen los que no le interesarán a nadie como tema de conversación.

Y eso fue lo más cerca que estuve de sentir pasión por un tema relacionado con la biología. Vaya asignatura aburrida que me parecía. Vaya con el memorizarse palabritas de más de diez letras. Qué dolor de mano tener que responder con párrafos y caligrafía durante las pruebas. Que mitocondria aquí, que citoplasma allá, que los dibujos de las células con sus tripitas adentro. No, lo mío era la fría rigidez de los números, afrontar aquellos retos que comenzaban con “dos trenes parten de dos ciudades a una distancia X, el primero a una velocidad V y el segundo a 1/3 de V …”, y como respuesta presentar una cifra con sus decimales y unidades, contra los que nadie puede argumentar cuando estoy en lo cierto, y a los que no puedo defender si estoy equivocado. Ya había en casa suficientes memorias prodigiosas y prolijidad entre los cuadernos de mis hermanas. Mis cálculos y fea letra se me antojaban masculinos y decidí entonces ser ingeniero.

Muchos años después de aquello, revisito esa anécdota por un detalle que nunca había considerado antes. Como inherente es la propensión del ser humano al conflicto, nuestras caricaturas teatrales tuvieron las suyas: ¿qué tanta seriedad debemos imprimir a la actuación? -preguntaba alguien- ¿porqué tan corto o tan largo el tiempo? -cuestionaba otro- ¿porqué no me permiten traer una calavera de verdad? -imploraba otro-. Hasta el padre Ramiro preguntaba ¿porqué actúan tan mal? Pero nunca nadie expresó dudas sobre la validez de la Teoría de la Evolución. Y ahí había compañeros de todas las tendencias ideológicas, desde ultra derechistas hasta ultra izquierdistas, desde curas hasta individuos completamente desinteresados en religión. La posición ideológica individual era completamente irrelevante a la percepción que se tenía sobre la ciencia. Haber escuchado a alguien expresar dudas con respecto a la evolución hubiese sido equivalente a oírle decir que la tierra es plana. Era precisamente de esa mentalidad de antaño que nos estábamos mofando. Una carcajada habría sido la respuesta.

Llevo ahora en la boca un sabor a desencanto. Asumimos siempre que el vector del tiempo te lleva hacia mejores situaciones en cualquier aspecto. Crees que la edad media y la mojigatería no regresarán. Y sin embargo pisas ahora otro país, mil veces más grande y desarrollado, la Roma de nuestro tiempo, pero donde uno de cada dos ciudadanos cree que la tierra es plana … eh, quiero decir, cree que la evolución es falsa. Y me equivoco a propósito en la frase anterior porque para mí tanto valdría que creyeran plano el planeta y cargado por cuatro tortugas. Y no es que el falso escepticismo provenga de una sana posición epistémica derivada de nuevas hipótesis propuestas, tal como funciona la ciencia; no, el sabotaje al conocimiento viene de la visión dogmática y cerrada en la interpretación de un libro declarado sagrado. Nos dicen “tu ciencia es inválida e inmoral porque contradice lo escrito en el libro: que la tierra tiene 6,000 años y fuimos hechos de barro y de una costilla”. Y luego declaran que seremos juzgados no por nuestros actos, como recuerdo que se nos decía antes y en otro lugar, sino por nuestras creencias: “las llamas del infierno esperan a quien no crea en la tierra de 6,000 años, en culebras parlanchinas y en que se pueden meter todas las especies del mundo en un barco”, “crean un absurdo y se ganarán el cielo”, porque a Dios le interesa que sus criaturas no piensen ni usen la razón sino que acepten la interpretación de unos pocos de sus autodeclarados mensajeros. “Cree lo que yo digo, coloca el diezmo en mi sombrero y vota por el candidato que ha prometido sustituir la evolución con Adán y Eva en el programa de ciencias!”. Y así el creacionismo ha sido empujado en las gargantas a punta de temor y terror, sabiendo que los pueblos temerosos entregan fácil la libertad y el poder absoluto a los oportunistas. Temor a los extranjeros, temor a los inmigrantes, temor a la piel de otro color, temor a otras religiones, temor a la no religión, temor a la razón, temor a la ciencia, temor a arder para siempre en las llamas del infierno, tal es el mensaje de cada domingo.

Y como monolítico es el temor y la posición de esa mitad de la población, dividida es la actitud de la otra mitad sana. Para cuántos lo citado no es problema y no vale la pena dedicar esfuerzos en educar gente ineducable. Lo que nos deja a unos pocos millones de quijotes en franca minoría con el viejo sueño de una sociedad iluminada. A favor tenemos el consenso unánime de la comunidad científica y los percentiles más educados de la población; una constitución secular y una Primera Enmienda que establece la separación de iglesia y estado. En contra tenemos verdaderos imperios billonarios trabajando intensamente en maleducar a la población y transmitir el virus de la ignorancia a través del indoctrinamiento infantil; en contra tenemos cada diezmo tax-free utilizado en propaganda y cada político que descubre que no debe demostrar capacidad administrativa para ganar elecciones, sino devoción religiosa y desdén por la ciencia.

Y entonces pluma en ristre y a leer, aunque sea para educar a mis hijos que ya empiezan a oír que la tierra es plana. ¿Leer qué? ¡pues biología! mi desdeñada rama del conocimiento para la que ahora robo tiempo de donde no hay, y cuyos libros comienzan a abrirse paso en mi librera con todo y sus dibujos y sus tripitas por fuera. A descubrir ahora la elegancia que me perdí. La solidez de una teoría científica de 150 años que no ha hecho más que confirmarse con el paso del tiempo y la llegada de nuevos descubrimientos. La más atacada entre todas las ramas de la ciencia.

Me pregunto qué pasaría en este país si un maestro de escuela pública intentara montar con sus estudiantes la misma presentación que con mis compañeros montamos en nuestro colegio católico hace tantos años. Habría protestas de estudiantes y padres de familia que pedirían hasta la destitución del maestro, o del director si éste osa defender a aquél. Habría también uno que otro padre de familia defendiendo al maestro. Imagino el escándalo mediático y la histeria de los pastores de las iglesias vecinas a la escuela. Ya tendré oportunidad de comentar sobre sonados casos concretos.

¿Qué le parece padre Ramiro? Y pensar que usted quería hacer el papel de Charles Darwin.

sábado, 6 de agosto de 2011

Falacias Lógicas. Parte III

Falacia de La Portería Móvil

Es una táctica de negación que consiste en imponerle al adversario un nivel de “prueba” que validaría sus argumentos, pero una vez que éste satisface el criterio, entonces los requisitos son movidos hacia otros niveles. Una vez que el balón va hacia gol, se mueve la portería.

Hace poco Bill O’Reilly, un conocido comentarista político de ultraderecha, comentó ante cámaras que una buena evidencia de la existencia de Dios son las mareas (y sí amigos, en los USA ser de ultraderecha casi siempre significa ser también un apologista religioso) porque las mareas van y vienen con una gran exactitud y sincronía, “never a miscommunication, you can't explain that” dijo Bill, por tanto “alguien” debe estarlas controlando.

Cuando cientos de voces se alzaron para explicar públicamente a Bill que las mareas son causadas por la influencia gravitacional de la Luna, entonces nuestro comentarista respondió: “bueno, pero quién puso la Luna ahí?”, "you can't explain that". 

No sé si alguien habrá hecho el intento de mandarle a decir a Bill que la hipótesis más aceptada es la del impacto que la tierra recibió en los albores del sistema solar, el cual le arrancó un buen pedazo y lo puso en órbita, enfriándose luego y convirtiéndose en satélite…. Pero supongo que de nuevo Bill habría movido la portería.


Alegato Especial o Razonamiento ad-hoc

Cuando una persona aplica estándares, reglas, principios y criterios a todo lo demás, pero excluye de esa aplicación sus propios argumentos sin proporcionar razones válidas para la exención, está recurriendo a un Alegato Especial.

Ejemplo:

En los países donde la corrupción es rampante, de vez en cuando algún alto funcionario es pillado robando fondos públicos en grandes cifras, y es capturado. Suele entonces suceder que, para evitar el sistema penitenciario, el procesado alega tener “problemas de salud” o estrés causado por su presente crisis, de modo que en lugar de ir a parar a las hacinadas y sórdidas celdas del sistema, recibe un trato especial, permitiéndosele una cómoda detención en un hospital o una celda especialmente acondicionada para él. ¿Debemos entonces creer que los harapientos delincuentes que son capturados a diario por robar 4 pesos no han sufrido estrés en el proceso? ¿no padecen alguna enfermedad? 

Todo mundo acepta que los delitos deben ser castigados de acuerdo a las leyes, y que la ley misma debe ser ciega y aplicarse a todos por igual. Entonces cuando un ministro corrupto es capturado y pide trato distinguido, está esgrimiendo la falacia lógica de Alegato Especial. En otras palabras dice “Solicito ser tratado con privilegios porque yo soy un ciudadano de superior clase.”


Argumento Non-Sequitur

La frase non-sequitur se traduce desde el latín al español como “no sigue” y se interpreta como “no se concluye” o “no tiene nada que ver con lo que estamos hablando”.

Esta falacia es cometida cuando en el argumento presentado se parte de unas premisas y se deduce una conclusión que no tiene nada que ver con aquellas.

Un buen ejemplo nos lo da el creacionista Ray Comfort con su argumento de que el hecho que las bananas caben bastante bien en la mano humana, demuestra que el dios de la biblia creó el universo, al hombre, y a su alimento (la banana) para que cupiera exactamente en su mano.

Quien conozca algo de botánica sabe que las bananas silvestres originalmente no se parecían mucho a las bananas comerciales actuales, ni en forma, ni en tamaño, ni en sabor. Quien haya crecido en el trópico (como este servidor) sabe que existe una gran variedad de bananas, desde los “guineos dátiles” del tamaño de un dedo meñique, hasta los “guineos majonchos” con forma y sabor tales que nadie que haya crecido arriba del paralelo 25 podría identificar como bananas. Quien sepa de historia comercial y económica sabe que lo que Ray Comfort tiene en su mano es producto de la selección artificial y cultivo intensivo por la United Fruit, United Brands, Chiquita, Del Monte, etc, como sucede con la mayoría de frutas comerciales. Quien tenga tres dedos de frente se acordará de los cocos, piñas, sandías, melones y cualquier otra fruta que haga pedazos el argumento de Comfort.

Por tanto sacar una conclusión mística y de trascendencia espiritual a partir de la forma de una fruta comprada en Walmart, es un completo non sequitur. (Bueno, tratándose de Comfort lo más probable es que esa banana haya sido adquirida en Dominick's)

Normalmente detrás de un argumento non sequitur existe la intención de dar por sentadas una serie de premisas que en realidad están en entredicho, pero se quiere ir alrededor de ellas para evitar la pesada carga de elaborarles sus propios argumentos.


Falacia de “No Verdadero Escocés” (No True Scotsman)

Esta falacia fue acuñada por Antony Flew en su libro Thinking About Thinking (1975) y su nombre (no true scotsman) alude al ejemplo con el cual fue originalmente ilustrada.

Si Mr. McGregor asevera que todos los escoceses son valientes, y tu le presentas un ejemplo concreto de un escocés que es indiscutiblemente cobarde, Mr. McGregor podría responder, “Bueno, entonces ese no es un verdadero escocés.”

Es una forma de razonamiento circular en la que se incluye la valentía como parte de la definición de escocés y no como una observación factual de correlación.

Sustituyamos “escocés” con cualquier otra nacionalidad, grupo étnico, religión, familia, hinchada deportiva, etc. y ya se puede encontrar ejemplos cotidianos de uso de esta falacia:

Abdul dice:          - “El Islam es una religión de paz y todos los musulmanes somos gente pacífica”

Juan responde:     - “ ¿Gente pacífica Osama Bin Laden, Al qaeda y los Taliban?”

Abdul de nuevo:   - “Oh, es que ellos no son verdaderos musulmanes”


Falacia Tautológica

En lógica formal una tautología es una expresión redundante, como decir que A es igual a A. En lógica argumentativa o retórica, decir por ejemplo:

“El exorcismo funciona porque expulsa del cuerpo a los demonios que lo poseen”

Es una tautología. La definición de exorcismo es precisamente la expulsión ritual de demonios en los cuerpos. La definición de un concepto no puede ser su justificación.
 
 
Argumento Ad Antiquitatem

Es aquella aseveración de que algo es bueno o correcto por el simple hecho de ser antiguo.

Ejemplo:
“Ya los chinos aplicaban Feng Shui hace 5,000 años. Entonces debe ser bueno.”

Si nos equivocamos hoy con toda la información que tenemos a la mano ¿no se iban a equivocar antes en una era precientífica?


Reductio Ad Hitlerum

A pesar del tono bromista que se advierte del nombre de esta falacia, que fue acuñada por el Profesor Leo Strauss en 1953, la misma aparece muy frecuentemente en debates de todo tipo. Basta que a tu idea, argumento, organización o afiliación se le encuentre el más vago punto en común con Adolf Hitler, su partido Nazi o el Tercer Reich y ya se te puede señalar culpabilidad por asociación.

Ejemplos hay para todos los gustos:
- “Los nazis usaban laboratorios para esto o lo otro, por tanto tu amor por la ciencia conduce al nazismo”

-“Hitler creía en una gran centralización del estado, por tanto las ideas estatistas también conducen al nazismo”.

- “Hitler era vegetariano, por tanto …” (ya pueden adivinar el resto).

Pocos personajes de la historia reciben condena moral de forma tan unánime (casi) como Adolfo Hitler. Tal vez sea por ello que Reductio Ad Hitlerum sea tan recurrente, es un cartucho barato.

Tan común es el Reductio Ad Hitlerum que dió paso a la formulación de la Ley de Godwin para las discusiones on line. Su autor, Mike Godwin la expresa de la siguiente manera: “A medida que una discusión on line se prolonga, la probabilidad de una comparación involucrando nazis o Hitler se aproxima a 1  (100%)”.

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Hasta aquí con las falacias lógicas. He citado y discutido las que considero más frecuentes, pero la lista completa es mucho más larga. He encontrado un excelente y completo "árbol taxonómico" de falacias lógicas que puede servir de referencia. Click aquí si estás interesado(a).