Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

miércoles, 29 de junio de 2011

Lógica. La única palestra de la razón, la única cancha para el debate.

Batalla de Waterloo (William Sadler)
Por un clavo se perdió una herradura,
por una herradura se perdió un caballo,
por un caballo se perdió un jinete,
por un jinete se perdió un mensaje,
por un mensaje se perdió un batalla,
por una batalla se perdió un reino.
Y todo esto sucedió porque un clavo se perdió.

De las páginas de un encantado libro, rescatada de profundas sinápsis neuronales en la memoria de largo plazo, y reconfirmada con un golpe de Google, la anterior y simpática composición sirve bien a mis propósitos.

Y ese propósito en esta ocasión es el de poner sobre la mesa una herramienta que todo animal racional posee y utiliza conscientemente o no, en forma correcta o falaz. La LOGICA.

Seguramente había mucho de proceso lógico en el pensamiento de los homínidos que vagaban por la sabana africana hace un millón de años persiguiendo su alimento y evitando depredadores. Seguramente hubo también mucha lógica argumentativa circulando entre aquellos homínidos, cuando trataban de convencer a otros sobre ideas específicas. Seguramente hubo siempre quienes trataron de sistematizar el razonamiento lógico para poder discernir entre los argumentos válidos y los que no lo eran.

Platón y Aristóteles en la Escuela Ateniense de éste último (Rafael Sanzio)
Pero el primero que le imprimió formalización al razonamiento lógico, y trascendió hasta nuestros tiempos fue el griego Aristóteles, quien separa las argumentaciones verbales en su específico lenguaje (el Griego) y lo convierte en un lenguaje de aplicación universal. Así la frase “parece que va a llover, el cielo se está nublando”, que debe haber sido usada muchos milenios antes de Pedro Infante, puede en la formalización aristotélica, ser expresada como: “que el cielo se está nublando, es un hecho al que llamamos A; que cuando se nubla el cielo es muy probable que llueva, es una premisa a la que llamamos B; entonces podemos inferir una alta probabilidad de lluvia a la que llamamos C”, en otras palabras A + B --> C .

Aparece entonces la noción de Silogismo o apelación lógica con el cual una conclusión puede ser derivada de la interacción de dos premisas.

Así:         Primera premisa:             “todos los perros son cánidos”
               Segunda premisa:            “todos los dálmatas son perros”
               Conclusión:                     “todos los dálmatas son cánidos”

Es un silogismo típico.

Su valor de verdad depende del valor de verdad de sus premisas; su validez lógica depende de la correcta inferencia de su conclusión.

Los silogismos pueden encadenarse como se ha hecho en el poema que encabeza este post. La conclusión de uno sirve como premisa del siguiente, de modo que confirmada la verdad de las premisas y aplicando correctas inferencias, podemos en efecto concluir que por un clavo se perdió un reino.

Es posible someter a escrutinio cualquiera de las etapas de nuestro poema. Que por un mensaje se perdió una batalla es una sana conclusión si demostramos la veracidad de que ese mensaje contenía información necesaria y suficiente para no perder la batalla, que los oficiales de campo eran capaces de convertir la información del mensaje en victoria, y que la batalla no se hubiera perdido de todos modos  aún con el mensaje. Y aplicando entonces sobre la formalidad aristoteliana el rigor del empiricismo, podemos analizar toda la cadena y determinar si su atrevida conclusión es sana y válida. De más está recordar que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones y que si encontramos, por ejemplo, que el caballo pudo ser utilizado efectivamente aún faltándole una herradura, entonces la conclusión se cae como un castillo de naipes.

     Traigo todo esto a cuenta porque a diario encontramos intentos de racionalización de parte de los creyentes de todo tipo. Por ejemplos: 
            
     - "Hey, yo y otros cientos de testigos vimos un objeto moverse en el aire, era de color metálico y se movía de un modo que no lo puede hacer ninguna aeronave construida por el ser humano. Conclusión: estamos siendo visitados por seres de otro mundo que nos traen un mensaje de paz y espiritualidad para que nos salvemos de un desastre inminente."

     - "Hey, esta madrugada me despertó un ruido y al abrir los ojos, me pareció ver en la oscuridad una sombra que atravesó la pared; no existe ninguna explicación natural para lo que presencié. Conclusión: el espíritu de mi abuelo ha venido del más allá para comunicarme un mensaje."

Conocido fenómeno natural causado por la refracción de la luz
    - "Hey, esta tarde me asomé a la ventana y vi lo preciosas que se han puesto las flores de mi jardín, además había en el firmamento un arcoíris de intensos colores; eso me hizo sentir bien y no encuentro ninguna explicación para el color de las flores como el del aparecimiento del arcoíris, no sé si hay explicación científica ni me interesa. Conclusión: las flores y el arcoíris fueron creadas para mí por un ser invisible que me ama porque soy también su creación; ese ser crea universos, escucha oraciones, perdona pecados, condena a sufrimiento o a dicha eternos, elije pueblos, guerrea contra otros, tiene mis mismas preferencias políticas y deportivas, ama a quienes amo, odia a quienes odio, no tiene sentido del humor, se ofende por todo y le interesa increíblemente el comportamiento sexual de sus criaturas."

Estos sólo son unos básicos ejemplos de intentos de racionalización para justificar una “conclusión” que más bien es una idea, creencia u opinión preconcebida. Cuando nos gusta o reconforta creer en algo sin asideros en la realidad, nuestro intelecto humano trata de justificar racionalmente dicha creencia. Por fortuna ya se acumuló mucha agua después del despertar de Aristóteles, y vinieron los Frege, Kant, Bacon, Hume, Locke, Russell, Wittgenstein, etc, y podemos ya descubrir no sólo los eslabones débiles, sino también la falta de eslabones, los saltos y acrobacias de fe, y el pretender sujetar una “verdad” del tamaño de un elefante con un hilo de seda. 

Dado que los errores de lógica y argumentación se repiten una y otra vez, ha sido posible agruparlos y clasificarlos en lo que se ha dado en llamar Falacias Lógicas, tema que estaré desarrollando en el siguiente post.