Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

miércoles, 6 de julio de 2011

Lógica Argumentativa. Cómo desnudar las falacias de tu oponente o aceptar con gracia sus razones

Introdujimos en el anterior post el concepto de silogismo como unidad de razonamiento lógico. En el teatro de acciones de un debate se suele usar silogismos como munición, pero en ese caso reciben el nombre de Argumentos, y estos pueden ser buenos o malos argumentos, válidos o inválidos, sólidos o endebles.

Igual que en un silogismo, un argumento parte de dos premisas que se presumen ciertas y aceptadas  por las partes debatientes. Sobre ellas es aplicado un Principio Lógico de Equivalencia que conduce a una conclusión. Así:

Premisa 1: A=B;     Premisa 2: B=C;     Conclusión: A=C

Sustituyendo esos algebraicos símbolos por conceptos cotidianos, un particular argumento podría ser:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales;
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos;
Conclusión:         Todos los griegos son mortales.

No existe mente racional que pueda contrargumentar lo anterior con alguna posibilidad de éxito.

Escudriñemos un poco más la anatomía de los argumentos lógicos proponiendo la siguiente analogía: 

Un argumento es como una maquinita que toma dos premisas y las convierte en una conclusión. Esa maquinita es el principio lógico de equivalencia, el cual puede funcionar bien o puede estar averiado. 


Principio Lógico de Equivalencia de nuestro ejemplo en forma gráfica
En el caso de nuestro ejemplo, el principio lógico de equivalencia aplicado es el que se deriva de la condición de categorías anidadas: “griegos” como subconjunto de  “seres humanos”, la que a su vez es un subconjunto de “mortales”.

El buen o mal estado de la maquinita es independiente de las premisas que la alimentan, las cuales pueden ser ciertas o falsas.

Cuando la máquina está en buen estado, es decir cuando nuestro principio lógico de equivalencia es correcto, decimos que el argumento es Válido.

Pero una máquina válida puede producir una conclusión falsa si las premisas también lo son, y podemos estar seguros que producirá una conclusión cierta si la alimentamos con premisas ciertas. En ese último caso lo que tenemos es un Argumento Sólido y el ejemplo anterior que concluye a los griegos como mortales lo es.

¿Qué pasa si tenemos un principio de equivalencia lógica válido (máquina en buen estado) pero la alimentamos con premisas falsas? Bueno, pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son árboles (premisa falsa);
Premisa 2:           Todos los gatos son seres humanos (premisa falsa);
Conclusión:          Todos los gatos son árboles (conclusión falsa).

Es un argumento que parte de premisas falsas (basta que sólo una de ellas lo sea) y llega a una conclusión falsa. Sin embargo su principio lógico de equivalencia es válido (es exactamente el mismo que en el primer ejemplo).

¿Qué pasa ahora si tenemos premisas ciertas pero un principio de equivalencia lógica inválido (máquina defectuosa)? Pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales (premisa aceptada a priori como cierta);
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos (premisa también aceptada a priori como cierta);
Conclusión:         Algunos griegos son inmortales (conclusión falsa).

No es evidente cuál es el defecto de la maquinita en este simplificado ejemplo, pero podemos asegurar que existe un defecto en ella. Es un argumento inválido.

Sabemos que los debates inician porque una de las partes propone una idea que es refutada por la otra. Entonces, la parte proponente elabora un argumento lógico partiendo de dos premisas que son aceptadas por la parte refutante, y presenta su principio lógico de equivalencia (maquinita) para soportar su conclusión. Es importante que haya acuerdo en las premisas, en caso contrario hay que ir un paso atrás y elaborar un argumento que convierta dicha premisa en conclusión aceptada.

Una vez que un argumento ha sido desplegado sobre la mesa del debate, y suponiendo se tuvo el cuidado de asegurar acuerdo en las premisas, el único elemento criticable es el principio lógico de equivalencia (o maquinita). Si ésta no tiene defecto y funciona bien aún cuando la alimentemos con otro par de premisas ciertas, el argumento es sólido y no queda más salida que aceptar la derrota. Pero si la máquina es defectuosa, el debatiente entrenado debe ser capaz de abrir el capot y señalar los engranajes, fajas, ejes o inyectores defectuosos.

Esas piezas defectuosas han sido etiquetadas como Falacias Lógicas y agrupadas para su fácil memorización y reconocimiento.

El pronto olfateo e identificación de Falacias Lógicas en los argumentos adversarios constituye un arma defensiva terrible e invulnerable. Por otra parte, el sometimiento de nuestros propios argumentos a una limpieza de falacias, se convierte en un arma ofensiva implacable, ya sea que nuestro debate sea contra otra persona o contra nuestros mismos sesgos y subjetivismos. El resultado debe ser en todo caso la aproximación a la verdad.

En el próximo post enumeramos las falacias lógicas más comunes (esta vez de a de veras).

1 comentario:

  1. Señor Carlos Soler,
    Muchas gracias por la creacion de este blog, ha sido muy interesante y productivo para mi agilidad mental realizar lecturas de sus artículos.
    Clara

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