Yo no moriría nunca por mis creencias porque puedo estar equivocado

- Bertrand Russell

miércoles, 13 de julio de 2011

Falacias Lógicas. Parte I

Como habíamos dicho, un argumento se construye de dos premisas que se suponen aceptadas y son procesadas por un Principio Lógico de Equivalencia (PLE) para producir una conclusión. Dicho PLE puede ser válido o inválido. Si es válido, aún tiene que pasar la prueba de solidez, lo cual logra sólo cuando sus premisas son ciertas. Un argumento sólido (y por tanto válido) es un argumento ganador.

Normalmente un argumento pretende convencer a la parte oponente sobre el valor de verdad de una idea. Entonces,  en un proceso conocido como racionalización, esa idea toma el rol de una conclusión y se reingenieriza hacia atrás el PLE que la valida junto con las premisas que la generan. Así se racionaliza una conclusión.

Entre buenas premisas y una conclusión que no convence, sólo se puede interponer una o más Falacias Lógicas utilizadas para construir el argumento. La agrupación de esas falacias lógicas o sofismas nos arroja más de 20 tipos, que paso a describir en varios posts. 


Argumento Ad Hominem

Un argumento ad hominem es cualquier intento de rechazar las afirmaciones o conclusiones del adversario a través del ataque a sus características personales, en lugar de atacar sus argumentos.
Miren el camaroncito que quiere dirigir el país!

Ejemplo:
      
      -          “Lo que pasa es que ese señor ya está viejo, por eso opina eso tan ridículo”

Sustituyendo la ad hominem acusación de “viejo” por cualquier otro rango de edad, género, etnicidad, nacionalidad, afiliación política o religiosa, estado mental o físico y ya se tiene una gran variedad de ejemplos adicionales.

El problema con la falacia ad hominem es que no se ataca el argumento que el oponente está haciendo. Por tanto nos quedamos con la duda de si se trata de uno bueno o uno malo.  


Argumento Ad Ignorantiam

El argumento ad ignorantiam es aquel que afirma que una creencia específica es cierta porque no sabemos que no sea cierta.

Ejemplos:
    
   - “No hay ninguna explicación para esas luces que se vieron anoche en el cielo. Por tanto son naves interestelares tripuladas por seres de otros mundos.”
     
    - “Desconocemos mucho sobre cómo funciona el cerebro humano. Por tanto debe haber un zona de éste, capaz de enviar o captar señales a larga distancia.”
     
    - “No sabemos nada de lo que hay después de la muerte. Por tanto seguramente vamos a un lugar en otra dimensión a recibir premios o castigos, y a adquirir repentina omnisciencia.”

Para hacer una afirmación positiva, evidencia positiva debe ser presentada. La ausencia de una explicación alternativa sólo significa eso: que no sabemos. No significa que somos libres de inventar una explicación que nos gusta.


Argumento por Autoridad

La estructura básica de este argumento es: El Profesor X opina A, el profesor X es una autoridad en cierta materia, por tanto A es cierta.

El Profesor X podrá ser una tremenda eminencia en la materia sobre la que está opinando, pero esa idea debe sostenerse con su propia fuerza, independientemente de las laureas alcanzadas por aquél. Esa idea no se hace cierta sólo porque quien la propone es una autoridad.

El reconocimiento de esta falacia lógica a veces se facilita cuando el campo de experticia de la autoridad citada no tiene nada que ver con el tema en cuestión. 

Ejemplo:

    - “El Santo Papa afirma que el uso de preservativos no ayuda a detener la epidemia de SIDA. Lo dice el Papa, por tanto debe ser cierto.”

Esta falacia debe ser tratada con mucho cuidado pues no podemos tampoco descartar a priori las opiniones de los expertos de cada materia. Por supuesto que sobre agujeros negros es mejor prestar más atención a lo que Stephen Hawking tiene que decir, que a lo que a Bill O´Reilly se le pueda ocurrir, pero será siempre los argumentos que Hawking presente lo que habrá que atender, no el título que acompaña su nombre.


Argumento Ad Consequentiam

Este argumento defiende que algo debe ser falso, porque de ser cierto sus consecuencias serían algo que no deseamos. También defiende que algo debe ser cierto, porque de ser falso también tendríamos consecuencias indeseadas.

Ejemplos:

      -  “La ley de compensación  debe ser real, pues de no serlo no se me hará justicia” 
     
     - “El libre albedrío debe ser cierto, pues de lo contrario seríamos robots” (también es una falsa dicotomía, como discutiremos más adelante).

Que percibamos una consecuencia como deseable o indeseable y también percibamos que un hecho de la realidad conduce a ella, no afecta en nada su valor de verdad. El universo y su fría realidad no da un bledo por nuestros deseos o subjetivos esquemas culturales.


Argumento Ad Populum

Es aquel que pretende convencernos que una creencia se vuelve cierta en virtud del número de personas que la profesan.

Por más que trato de imaginar un ejemplo que no tenga que ver con religión, tendré que renunciar a ello. El mejor ejemplo es la religión.
    
   - “Mira, mi religión es profesada por la mayoría de la población, eso debe ser por algo. Entonces mi religión y todas sus afirmaciones sobre la realidad deben ser ciertas.”

El mejor modo de contrarrestar esta falacia es apuntar que no en todos lugares y épocas la religión mayoritaria es o ha sido la misma. Si el argumento ad populum tuviese algún mérito, entonces para un griego de la antigüedad sería fácil concluir que Zeus con todo y barba, túnica y sandalias, es el dios de dioses en el Olimpo desde donde manejan nuestras vidas como titiriteros.

Si una persona puede equivocarse, entonces 7 mil millones también pueden hacerlo. La realidad no se determina por votación.

Argumento de Incredulidad Personal

Este es parecido al argumento ad ignorantiam, salvo que en este caso la excusa no se refiere a la ignorancia global de la humanidad sino a la muy personal y supina ignorancia de quien lo esgrime.

Ejemplos:

     - “Yo no puedo entender cómo el tiempo puede detenerse si se viaja a la velocidad de la luz. Por tanto la teoría especial de la relatividad debe ser falsa”.
   
     -   “Yo no creo que el universo haya comenzado con una explosión de materia. Por tanto la teoría del Big Bang es falsa”.

Prácticamente cada teoría e hipótesis científica puede encontrar un ejemplo de incredulidad personal. En forma general se puede expresar así: “Yo no creo en la teoría X porque no me he tomado la molestia de estudiarla, y si me la tomé no me dio la cabeza para entenderla, y es más fácil irse a comer una paleta de coco al parque. Por tanto la teoría X debe ser falsa.”

La respuesta más efectiva para quien blanda este argumento es:    ¡ESTUDIA!!!! 

(Continuará)

miércoles, 6 de julio de 2011

Lógica Argumentativa. Cómo desnudar las falacias de tu oponente o aceptar con gracia sus razones

Introdujimos en el anterior post el concepto de silogismo como unidad de razonamiento lógico. En el teatro de acciones de un debate se suele usar silogismos como munición, pero en ese caso reciben el nombre de Argumentos, y estos pueden ser buenos o malos argumentos, válidos o inválidos, sólidos o endebles.

Igual que en un silogismo, un argumento parte de dos premisas que se presumen ciertas y aceptadas  por las partes debatientes. Sobre ellas es aplicado un Principio Lógico de Equivalencia que conduce a una conclusión. Así:

Premisa 1: A=B;     Premisa 2: B=C;     Conclusión: A=C

Sustituyendo esos algebraicos símbolos por conceptos cotidianos, un particular argumento podría ser:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales;
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos;
Conclusión:         Todos los griegos son mortales.

No existe mente racional que pueda contrargumentar lo anterior con alguna posibilidad de éxito.

Escudriñemos un poco más la anatomía de los argumentos lógicos proponiendo la siguiente analogía: 

Un argumento es como una maquinita que toma dos premisas y las convierte en una conclusión. Esa maquinita es el principio lógico de equivalencia, el cual puede funcionar bien o puede estar averiado. 


Principio Lógico de Equivalencia de nuestro ejemplo en forma gráfica
En el caso de nuestro ejemplo, el principio lógico de equivalencia aplicado es el que se deriva de la condición de categorías anidadas: “griegos” como subconjunto de  “seres humanos”, la que a su vez es un subconjunto de “mortales”.

El buen o mal estado de la maquinita es independiente de las premisas que la alimentan, las cuales pueden ser ciertas o falsas.

Cuando la máquina está en buen estado, es decir cuando nuestro principio lógico de equivalencia es correcto, decimos que el argumento es Válido.

Pero una máquina válida puede producir una conclusión falsa si las premisas también lo son, y podemos estar seguros que producirá una conclusión cierta si la alimentamos con premisas ciertas. En ese último caso lo que tenemos es un Argumento Sólido y el ejemplo anterior que concluye a los griegos como mortales lo es.

¿Qué pasa si tenemos un principio de equivalencia lógica válido (máquina en buen estado) pero la alimentamos con premisas falsas? Bueno, pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son árboles (premisa falsa);
Premisa 2:           Todos los gatos son seres humanos (premisa falsa);
Conclusión:          Todos los gatos son árboles (conclusión falsa).

Es un argumento que parte de premisas falsas (basta que sólo una de ellas lo sea) y llega a una conclusión falsa. Sin embargo su principio lógico de equivalencia es válido (es exactamente el mismo que en el primer ejemplo).

¿Qué pasa ahora si tenemos premisas ciertas pero un principio de equivalencia lógica inválido (máquina defectuosa)? Pasa lo siguiente:

Premisa 1:           Todos los seres humanos son mortales (premisa aceptada a priori como cierta);
Premisa 2:           Todos los griegos son seres humanos (premisa también aceptada a priori como cierta);
Conclusión:         Algunos griegos son inmortales (conclusión falsa).

No es evidente cuál es el defecto de la maquinita en este simplificado ejemplo, pero podemos asegurar que existe un defecto en ella. Es un argumento inválido.

Sabemos que los debates inician porque una de las partes propone una idea que es refutada por la otra. Entonces, la parte proponente elabora un argumento lógico partiendo de dos premisas que son aceptadas por la parte refutante, y presenta su principio lógico de equivalencia (maquinita) para soportar su conclusión. Es importante que haya acuerdo en las premisas, en caso contrario hay que ir un paso atrás y elaborar un argumento que convierta dicha premisa en conclusión aceptada.

Una vez que un argumento ha sido desplegado sobre la mesa del debate, y suponiendo se tuvo el cuidado de asegurar acuerdo en las premisas, el único elemento criticable es el principio lógico de equivalencia (o maquinita). Si ésta no tiene defecto y funciona bien aún cuando la alimentemos con otro par de premisas ciertas, el argumento es sólido y no queda más salida que aceptar la derrota. Pero si la máquina es defectuosa, el debatiente entrenado debe ser capaz de abrir el capot y señalar los engranajes, fajas, ejes o inyectores defectuosos.

Esas piezas defectuosas han sido etiquetadas como Falacias Lógicas y agrupadas para su fácil memorización y reconocimiento.

El pronto olfateo e identificación de Falacias Lógicas en los argumentos adversarios constituye un arma defensiva terrible e invulnerable. Por otra parte, el sometimiento de nuestros propios argumentos a una limpieza de falacias, se convierte en un arma ofensiva implacable, ya sea que nuestro debate sea contra otra persona o contra nuestros mismos sesgos y subjetivismos. El resultado debe ser en todo caso la aproximación a la verdad.

En el próximo post enumeramos las falacias lógicas más comunes (esta vez de a de veras).

miércoles, 29 de junio de 2011

Lógica. La única palestra de la razón, la única cancha para el debate.

Batalla de Waterloo (William Sadler)
Por un clavo se perdió una herradura,
por una herradura se perdió un caballo,
por un caballo se perdió un jinete,
por un jinete se perdió un mensaje,
por un mensaje se perdió un batalla,
por una batalla se perdió un reino.
Y todo esto sucedió porque un clavo se perdió.

De las páginas de un encantado libro, rescatada de profundas sinápsis neuronales en la memoria de largo plazo, y reconfirmada con un golpe de Google, la anterior y simpática composición sirve bien a mis propósitos.

Y ese propósito en esta ocasión es el de poner sobre la mesa una herramienta que todo animal racional posee y utiliza conscientemente o no, en forma correcta o falaz. La LOGICA.

Seguramente había mucho de proceso lógico en el pensamiento de los homínidos que vagaban por la sabana africana hace un millón de años persiguiendo su alimento y evitando depredadores. Seguramente hubo también mucha lógica argumentativa circulando entre aquellos homínidos, cuando trataban de convencer a otros sobre ideas específicas. Seguramente hubo siempre quienes trataron de sistematizar el razonamiento lógico para poder discernir entre los argumentos válidos y los que no lo eran.

Platón y Aristóteles en la Escuela Ateniense de éste último (Rafael Sanzio)
Pero el primero que le imprimió formalización al razonamiento lógico, y trascendió hasta nuestros tiempos fue el griego Aristóteles, quien separa las argumentaciones verbales en su específico lenguaje (el Griego) y lo convierte en un lenguaje de aplicación universal. Así la frase “parece que va a llover, el cielo se está nublando”, que debe haber sido usada muchos milenios antes de Pedro Infante, puede en la formalización aristotélica, ser expresada como: “que el cielo se está nublando, es un hecho al que llamamos A; que cuando se nubla el cielo es muy probable que llueva, es una premisa a la que llamamos B; entonces podemos inferir una alta probabilidad de lluvia a la que llamamos C”, en otras palabras A + B --> C .

Aparece entonces la noción de Silogismo o apelación lógica con el cual una conclusión puede ser derivada de la interacción de dos premisas.

Así:         Primera premisa:             “todos los perros son cánidos”
               Segunda premisa:            “todos los dálmatas son perros”
               Conclusión:                     “todos los dálmatas son cánidos”

Es un silogismo típico.

Su valor de verdad depende del valor de verdad de sus premisas; su validez lógica depende de la correcta inferencia de su conclusión.

Los silogismos pueden encadenarse como se ha hecho en el poema que encabeza este post. La conclusión de uno sirve como premisa del siguiente, de modo que confirmada la verdad de las premisas y aplicando correctas inferencias, podemos en efecto concluir que por un clavo se perdió un reino.

Es posible someter a escrutinio cualquiera de las etapas de nuestro poema. Que por un mensaje se perdió una batalla es una sana conclusión si demostramos la veracidad de que ese mensaje contenía información necesaria y suficiente para no perder la batalla, que los oficiales de campo eran capaces de convertir la información del mensaje en victoria, y que la batalla no se hubiera perdido de todos modos  aún con el mensaje. Y aplicando entonces sobre la formalidad aristoteliana el rigor del empiricismo, podemos analizar toda la cadena y determinar si su atrevida conclusión es sana y válida. De más está recordar que una cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones y que si encontramos, por ejemplo, que el caballo pudo ser utilizado efectivamente aún faltándole una herradura, entonces la conclusión se cae como un castillo de naipes.

     Traigo todo esto a cuenta porque a diario encontramos intentos de racionalización de parte de los creyentes de todo tipo. Por ejemplos: 
            
     - "Hey, yo y otros cientos de testigos vimos un objeto moverse en el aire, era de color metálico y se movía de un modo que no lo puede hacer ninguna aeronave construida por el ser humano. Conclusión: estamos siendo visitados por seres de otro mundo que nos traen un mensaje de paz y espiritualidad para que nos salvemos de un desastre inminente."

     - "Hey, esta madrugada me despertó un ruido y al abrir los ojos, me pareció ver en la oscuridad una sombra que atravesó la pared; no existe ninguna explicación natural para lo que presencié. Conclusión: el espíritu de mi abuelo ha venido del más allá para comunicarme un mensaje."

Conocido fenómeno natural causado por la refracción de la luz
    - "Hey, esta tarde me asomé a la ventana y vi lo preciosas que se han puesto las flores de mi jardín, además había en el firmamento un arcoíris de intensos colores; eso me hizo sentir bien y no encuentro ninguna explicación para el color de las flores como el del aparecimiento del arcoíris, no sé si hay explicación científica ni me interesa. Conclusión: las flores y el arcoíris fueron creadas para mí por un ser invisible que me ama porque soy también su creación; ese ser crea universos, escucha oraciones, perdona pecados, condena a sufrimiento o a dicha eternos, elije pueblos, guerrea contra otros, tiene mis mismas preferencias políticas y deportivas, ama a quienes amo, odia a quienes odio, no tiene sentido del humor, se ofende por todo y le interesa increíblemente el comportamiento sexual de sus criaturas."

Estos sólo son unos básicos ejemplos de intentos de racionalización para justificar una “conclusión” que más bien es una idea, creencia u opinión preconcebida. Cuando nos gusta o reconforta creer en algo sin asideros en la realidad, nuestro intelecto humano trata de justificar racionalmente dicha creencia. Por fortuna ya se acumuló mucha agua después del despertar de Aristóteles, y vinieron los Frege, Kant, Bacon, Hume, Locke, Russell, Wittgenstein, etc, y podemos ya descubrir no sólo los eslabones débiles, sino también la falta de eslabones, los saltos y acrobacias de fe, y el pretender sujetar una “verdad” del tamaño de un elefante con un hilo de seda. 

Dado que los errores de lógica y argumentación se repiten una y otra vez, ha sido posible agruparlos y clasificarlos en lo que se ha dado en llamar Falacias Lógicas, tema que estaré desarrollando en el siguiente post.

lunes, 23 de mayo de 2011

Lo que no me atreví a preguntarle al Padre Juan: Infierno y cielo

Qué tengo en la espalda? Quítenmelo! Quítenmelo!
Ya expresé anteriormente en otra entrada de este blog lo que me habría gustado preguntarle al Padre Juan en las clases de catecismo con respecto a la “lógica” o “deslógica” de la salvación y la condena. Ello fue sólo el comienzo, por supuesto.

“OK, padre, permítame volver sobre lo que parece ser un juego que Dios juega: crea criaturas imperfectas, falibles y desobedientes, impone reglas confusas pero estrictas y establece un sistema de premio y castigo completamente desproporcionado.

Como ya le expresé, el castigar con sufrimiento ETERNO las pequeñas faltas de pequeños seres desinformados y en desventaja material, me parece una acción psicopática. Extremadamente psicopática porque ese ser creador ya sabe, antes de crear a sus criaturas, que la mayoría de ellas irá a parar a ese lugar de castigo eterno … y sin embargo sigue adelante con el proyecto. Es decir padre, el sufrimiento infinito y los seres que lo experimentarán son producto de la voluntad consciente del ser que ostenta el título de más “misericordioso” y “amoroso” del universo.
Lo agarramos en mal momento. Volvamos en horas de oficina.
Pero en esta ocasión me interesa concentrarme en el gran premio y el gran castigo. Sobre éste ultimo lo que más me llama la atención es su administrador. Lucifer, Luzbel, Satanás, Belzebú, El Diablo, El Demonio, El Cachudo, El Chamuco o como se le quiera llamar. Acláreme de una vez padre ¿El es el enemigo de Dios o es sólo su empleado? Y es que si su trabajo es castigar a los que se portaron mal con Dios, ello significa que don Luci es parte del sistema, que está muy de acuerdo con Dios y está siguiendo sus instrucciones. Si el famoso ángel rebelde fuese un verdadero enemigo de Dios, recibiría con vítores y honores a quienes desobedecieron a su enemigo ¿no es así? Procuraría dar bienestar a sus ciudadanos ¿Qué gana con eso de hacer sufrir eternamente a quienes deberían ser sus compadres?

Me prestas tu culebra por un par de billones de años?
Por otra parte, padre ¿Cómo se puede sufrir las llamas del infierno cuando ya no se tiene neuronas ni un cuerpo que las contenga? Y esto es también válido en el caso que la respuesta sea que el sufrimiento del infierno es un sufrimiento no físico sino mental o espiritual ¿Cómo puede ser mi mente torturada si ya no hay cerebro que la contenga? ¿Si ya no hay sinápsis ni neuronas y axones que la ejecuten? ¿Ha leído algo sobre neurología padre? Yo lo haré en el futuro.

Ahora quiero pasar al caso de ese lugar de hedonismo infinito que conocemos como cielo. Ah, el premio grande si se tiene la suerte de nacer donde te van a revelar las reglas del juego, si se tiene la suerte de nacer poco agraciado para que el pecado no te aguarde a la vuelta de la esquina y la suerte de ser intelectualmente apagado para no someter a duda y escrutinio racional ningún dogmatismo religioso. Mi duda sobre ese lugar no es sobre sus características, porque sé que cada quien lo imagina distinto: desde la versión de caricaturas donde nos asignan alitas y un arpa, hasta la imagen de megachurch con Dios sentado en un trono central y todas las almas al rededor desempeñando el excelso propósito para el que fueron creadas… alabarlo y alabarlo por años, siglos, milenios, eras, eones y toda la eternidad.

Creo que llegamos tarde. Mira cómo está la cola.
Más adelante le presentaré mis pensamientos sobre lo difícil que se me hace creer que un ser tan poderoso necesite ser adorado. Por lo pronto me conformo con que me aclare algunas dudas sobre esa sociedad en sí. Cuando morimos y accedemos a esa dictadura celestial, ahí encontraremos a nuestros seres queridos que nos antecedieron, y esperaremos a los que se quedaron un rato más en la tierra ¿cierto? Bueno, entiendo que ahí se reunirán las madres con sus hijos y los hermanos con sus hermanos para vivir eternamente felices ¿no es cierto? …. ¡NO! ¡No es cierto! ¡NO, NO, NO, NO!

En realidad el cielo estará lleno de madres buscando a sus hijos, o hijos buscando a sus padres, de amantes fieles en pena por el ser amado ausente- ¿Y dónde está mi abuelo?- dirá alguien -¿Y dónde está mi hermana?- dirá otro … Y cuando pasen los siglos y los seres amados no aparezcan, ello ciertamente significará una cosa: dado que  esos seres amados no están con “los salvos”, sólo pueden estar en el único lugar alternativo. Todos tendrán a alguien rostizándose en el infierno! El cielo rebozará de sufrimiento. El cielo será el epítome y máxima expresión del fracaso del amor; del fracaso de los amores fraguados en la preciosa materialidad humana pero vencidos por el designio caprichoso de lo sobrenatural. El cielo sería el lugar de castigo más sublime imaginable y la final victoria de la muerte sobre la inocencia humana. ¿Podrá alguien ser feliz con esa absurda y perversa realidad? Yo no, padre, yo no. Aún en el improbable caso que tenga a mi familia completa conmigo, el hecho de saber que billones de inocentes, naciones enteras de todas las épocas se la están pasando mal por una eternidad, me llevaría a la rebelión contra el Big Brother que creó semejante absurdo. Y dado que en esa realidad orwelliana mis pensamientos serían leídos en el mismo instante de estarse concibiendo, supongo que experimentaré un cambio inmediato de domicilio, antes de que pueda siquiera expresarme.

Padre Juan, yo le pediría disculpas por el atrevimiento si en realidad me hubiese atrevido. Usted sólo cumplió con su trabajo y su deber, y probablemente hasta se hacía las mismas preguntas que yo me hago.

Lastimosamente ni usted ni yo nacimos en un siglo donde lo que cada generación transmite a la siguiente sea la antorcha de la razón”.

martes, 17 de mayo de 2011

Sobre la ciencia. Diez falsedades y una ironía. Parte II

Falsedad No 6.
Frase típica: “La ciencia y los científicos son parte de una conspiración que pretende apoderarse del mundo (o ya lo hizo) a través de ocultarnos la realidad, etc, etc.!”
Contrargumento:
Me atrevo a pensar que gran parte de la culpa de esta idea, la tienen los productores de dibujos animados como Warner Brothers, Hanna-Barbera, Walt Disney y otros, por haber creado el estereotipo del “científico loco” que se quiere apoderar del mundo. Es plausible que existan grupos de poder que conspiran para hacerse con más poder sobre la humanidad, pero eso sería más probable que viniese del mundo político o de las grandes corporaciones, las cuales ciertamente tendrán científicos como empleados, pero nada más como eso, simples empleados; a lo mejor obligados a no divulgar los resultados y datos que podrían dañar los objetivos de la empresa. Los verdaderos científicos son gente común y corriente, usualmente no muy bien pagada, que trabajan bastante, que han desarrollado sus carreras con gran esfuerzo y han sacrificado mucho (especialmente la parte social), y viven dependiendo de que los políticos y administradores aprueben los presupuestos para los proyectos en los que trabajan. Nada de buajajá.

Falsedad No 7.
Frase típica: “La ciencia no ha podido presentar PRUEBAS de esto ni de aquello …”
Contrargumento: Empecemos por hacerle justicia a esa palabrita: PRUEBA. En sentido estricto el concepto de prueba es exclusivo de la Matemática pura. Tú puedes probar el Teorema de Pitágoras usando cualquiera de los 400 procedimientos que a lo largo de los siglos se han acumulado. O puedes probar el Teorema de Fermat utilizando el único y reciente modo considerado válido. Pero tú no puedes probar que la tierra gira en derredor del Sol. Lo que sí puedes hacer es presentar EVIDENCIAS contundentes y concluyentes de heliocentrismo. Esa es la palabra clave en ciencia: evidencia. Lo mismo aplica en los juicios penales, mucho se habla de presentar pruebas para determinar la culpabilidad o inocencia del implicado, pero a lo que en realidad se refieren es a EVIDENCIAS que vayan más allá de la duda racional.

Falsedad No 8.
Frase típica: “La ciencia no puede PROBAR que mi creencia es falsa”
Contrargumento: En primer lugar, la ciencia puede trabajar sólo sobre fenómenos naturales, ese es su dominio, no sobre clamores sobrenaturales intestables. En segundo lugar, es un principio argumental que “the burden of proof”, o la carga de presentar evidencias, recae sobre la parte que hace una afirmación específica, no sobre el resto del mundo el demostrar que se está equivocado. Si yo te digo que tengo escondido un dragón invisible en mi garaje, soy yo el obligado a presentar evidencias de mi afirmación, no recae sobre mis amigos escépticos el mostrarme que mi mascota no existe.

Falsedad No 9.
Frase típica: “Los científicos tienen años hablando de esa teoría, pero nunca llegan a nada… nunca descubren lo que quieren descubrir. Ya deberían desechar esa teoría y proponer otra”
Contrargumento: En realidad casi todos los días se realiza algún avance en algún campo de la ciencia. La mayoría de esos hitos no se cuelan hacia el público en general (en donde me incluyo). Es un fenómeno mediático. Los grandes medios noticieros, incluso aquellos especializados en ciencia, encuentran enormes problemas en publicar que el CERN logró por fin producir antiprotones a 5.3 MeV y “congelarlos” a unos pocos grados Kelvin. Con razón o sin ella asumen que el público no se sentirá atraído a ese tipo de noticias. Pero esa es una excelente noticia que alborota grandemente a una minoría de entendidos en la materia. Para que un descubrimiento o avance llegue a nosotros tiene que ser fácil de explicar y tener la potencialidad de un encabezado rimbombante.
En segundo lugar, la realidad no depende de qué tan rápidos o listos seamos en descubrirla. No vas a abandonar una teoría coherente y bien fundamentada sólo porque se te hace difícil avanzar en determinado punto; abandónala sólo si encuentras evidencias contundentes en contra, pero tu incompetencia o falta de fondos no son excusa. Hay que recordar que la ciencia es sólo una aproximación asintótica hacia la realidad.

Falsedad No 10.
Frase típica: “Entre la ciencia y mi fe, yo escojo esta última”
Contrargumento: Esta es una FALSA DICOTOMÍA inventada para utilizar populismo religioso en contra de cualquier posición opuesta. Así, dado que la mayoría de la gente es religiosa, llegar a convencer a esa gente que deben elegir entre su fe o X, puede ser altamente redituable. Esa X ya ha sido colgada al cuello de judíos, jacobinos, masones, comunistas, independentistas, iluministas, liberales, demócratas, la reforma de salud norteamericana, el control de armas, etc. Ahora le ha tocado a la ciencia. Pero ciencia y fe son campos cognitivamente ortogonales que juegan en canchas completamente distintas y la mayoría de seres humanos son capaces de compartimentalizar su mente entre razón y fe. Si bien es cierto, más del 90% de los científicos y menos del 15% de la población somos no-creyentes, también es cierto que eso no nos viene a través de la ciencia, que al fin de cuentas es sólo un método. Nos viene por algo conocido como ESCEPTICISMO. Y tanto esa posición escéptica como la inclinación por la ciencia vienen del amor a la verdad.

La Ironía
¿No es deliciosamente irónico que quienes más despotrican contra la ciencia lo hagan utilizando un micrófono, una computadora, un teléfono celular, una transmisión de radio o televisión? 
¿Qué creerán? 
¿Que dentro de esa caja misteriosa con teclas existen duendecillos o angelitos que corren hacia los lejanos monitores a pintar pixeles con el mensaje? 
¿Habrán oído de Michael Faraday, André Ampere, James Maxwell, Heinrich Herz, Charles Coulomb, Alessandro Volta, Nicolás Tesla, Joseph Henry y otros grandes? 
¿Pensarán acaso que todos ellos y sus colaboradores dieron base a la tecnología que hoy gozamos por corazonadas o revelaciones místicas? 
Hablan mal de la ciencia pero disfrutan de las comodidades y poder que la ciencia les ha regalado (tratamiento médico, vestimenta, transporte, comunicación, educación, servicios urbanos vitales, esparcimiento). Aceptan con gusto los preciosos productos de la ciencia pero rechazan sus métodos.

sábado, 14 de mayo de 2011

Sobre la ciencia. Diez falsedades y una ironía. Parte I


Como he expresado anteriormente, discutiendo en la blogosfera se encuentra muchas personas con ideas bastante equivocadas con respecto a la ciencia. Tengo ya una rica colección de esas “misconceptions” (uso esa palabra en inglés porque no le he encontrado traducción al español que le haga justicia). A la primera de ellas, la que tiene que ver con el concepto de TEORIA, le dediqué ya una entrada para sí sola, ahora procedo a tratar las siguientes diez entre ellas.

Falsedad No 1.
Frase típica: “La ciencia y los científicos son arrogantes, creen saberlo todo!”
Contrargumento: En realidad la ciencia existe precisamente porque hay desconocimiento sobre el mundo que nos rodea. Ella es el proceso racional y sistematizado que aproximará a quien la use a conocer esa realidad. Si tú crees saberlo todo, entonces no tiene sentido hacer ciencia, cuya premisa básica es que “sabemos” poco y lo poco que “sabemos” está siempre sujeto a revisión. Coloco comillas a la palabra “sabemos” porque en realidad lo único que podemos saber se circunscribe al campo de la matemática pura y la lógica formal, pero ello es material para un futuro post.

Estamos aquí interpretando la pretendida arrogancia científica como una arrogancia epistémica. Nada tiene ello que ver con el carácter individual de los practicantes de ciencia. Los científicos son seres humanos y entre ellos habrá tímidos y extrovertidos, tristes y alegres, sedentarios y deportistas, humildes y arrogantes. Es muy probable que exista científicos de arrogancia insoportable en sus relaciones personales,  pero si han de contarse entre los buenos, esa arrogancia no debe traslucirse en su trabajo investigativo; no puede hacerlo pues el método científico mantiene a raya las debilidades personales.

En cuanto a creer saberlo todo, en realidad no hay actividad que le demuestre al individuo lo poco que sabe como lo hace la ciencia. La ignorancia es la razón de ser de la ciencia, su motor y materia prima. El día que la humanidad llegue a saberlo todo, lo que no creo suceda, se acabó la ciencia, su razón de existir terminará. 

Falsedad No 2.
Frase típica: “La ciencia y los científicos son rígidos, están atados a sus teorías de modo obcecado fuera de las cuales no pueden pensar. Le cierran la puerta a nuevas ideas.”
Contrargumento: ¡Qué equivocación! La realidad es que los científicos se la pasan constantemente tratando de encontrar fallas, imprecisiones u oportunidades de cambio o refinamiento en las distintas teorías de todos los campos de la ciencia. La recompensa puede ser jugosa si logran dar en el blanco: reconocimiento, fama, premios. No te dan el Premio Nobel por presentar un trabajo que redunda en lo que ya se sabía. Obtienes el premio mayor cuando eres innovador y encuentras fenómenos e información que a todos se les había pasado por alto anteriormente. El mundo científico es una auténtica batalla campal entre posiciones antagónicas. Esa gente se hace pedazos en los “Peer Reviewed Journals”, y el asunto provoca verdaderas enemistades (y amistades también) entre los litigantes. La clave del éxito: si tu trabajo aproxima más el conocimiento humano a la realidad, se apega al rigor científico, es intelectualmente honesto  y tus hipótesis y predicciones pueden ser sometidas a prueba por cualquiera, ya le ganaste al más pintado de tus oponentes.

Falsedad No 3.
Frase típica: “La ciencia es una religión”
Contrargumento: No puedo desestimar que a veces hablamos con la retórica por delante, y que si le dices a tu pareja en el momento oportuno “eres mi religión!” quedas como un príncipe y las retribuciones y concesiones no se harán esperar. Sin embargo, en ciertas ocasiones se ve volar ese dardo hacia la ciencia en un claro contexto peyorativo, queriendo significar que la ciencia se basa en dogmas, rigidez y cerrazón mental. Les puedo asegurar que quienes sentimos alguna pasión por la ciencia, no asistimos los domingos a una Santa Iglesia de la Ciencia; no existe un cura o pastor de la ciencia; no nos arrodillamos ante la ciencia para que perdone nuestros pecados; no tenemos un libro sagrado de la ciencia (tenemos muchos libros no sagrados y los leemos). La ciencia es sólo un método, un método para conocer el cosmos que nos rodea, el único método que funciona y entrega resultados, incluyendo el que ahora mismo estamos usando para intercambiar estas ideas.

Pensándolo bien, ojalá la ciencia fuera tratada como una religión por la sociedad. Ojalá los padres inculcaran a los hijos amor por la ciencia desde muy pequeños. Ojalá los adeptos a la ciencia estuvieran activamente tratando de convertir gente. Ojalá lo sábados por la mañana nos tocaran la puerta para explicarnos los resultados de la última colisión de partículas en el LHC o las fotografías tomadas por la sonda Cassini. Ojalá las actividades científicas estuvieran libres de impuestos. Ojalá los de la secta de Biología acosaran insistentemente a los de la secta de Astrofísica para cambiarse de lado. Ojalá los políticos exhibieran su conocimiento científico para conseguir votos.

Falsedad No 4.
Frase típica: “La ciencia es un conjunto de creencias sostenidas por pura FE de parte de quienes la profesan”
Contrargumento: Mi viejo diccionario, el American Heritage Dictionary define FE como “creencia que no es soportada por prueba lógica o evidencia material”. En la ciencia en cambio, toda conclusión debe ser respaldada por evidencia material o debe rechazarse.

Puede decirse que epistémicamente  fe y ciencia son antípodas. No es por fe que los científicos asumen que la gravedad en la Tierra acelera los cuerpos a razón de 9.8 m/seg2. Ese valor se asume racionalmente pues ha sido verificado infinidad de veces en el pasado. No vas a medirla cada vez que la quieres usar en un cálculo, la metes a la fórmula y punto. Pero eso no es acto de fe. El día que alguien descubra que hay una sensible fluctuación de la gravedad terrestre, ¿forzará esto a los científicos a revisar lo que antes “sabían” sobre la Teoría Gravitatoria? ¡Por supuesto! Hasta se van a pelear por quien fue el primero en descubrirlo, investigarlo y modificar la teoría. ¿Sucedería lo mismo si uno de los dogmas religiosos se demuestra falso? Yo diría que no.

Si esperas hacer ciencia partiendo de premisas sustentadas por fe, no estás haciendo ciencia. Si esperas ansiosamente que la ciencia encuentre evidencias de tus dogmas de fe, entonces tu fe es pequeñita.

Falsedad No 5.
Frase típica: “La ciencia es una ideología de la cual algunos se vuelven fanáticos”
Contrargumento: Ciencia es solo un método, nada más. Un método para desvelar la realidad. Es independientemente de ideologías. Puede ser practicada por nazis o por aliados (de la II guerra), por musulmanes o por cristianos, por estados o por empresas privadas, para el bien o para el mal, para la guerra o para la paz, para indoctrinar o para educar. Pero en el momento que comprendas el proceso racional que hay tras la ciencia, veas que funciona y lo apliques fuera del laboratorio, entonces las ideologías comienzan a desnudarse, y aquellas que sostengan dogmas no soportados por evidencia, caerán ante ti. Si es la sociedad entera quien abraza la racionalidad, serán las ideologías sus primeras víctimas.

(continuará)

viernes, 6 de mayo de 2011

TEORIA .....Vaya palabrita!

Don Relígulo Santos afirma con toda seguridad : - “El Big Bang es sólo una TEORIA. Hay otra TEORIA que dice que Dios creó todo en 6 días hace 6,000 años. ¿Porqué no le enseñamos a los niños las dos TEORIAS en clase de Ciencias?”.

Todos hemos oído alguna frase como esa en el transcurso de nuestras vidas. La hemos oído también con alusión a la TEORIA de la evolución, contrastada con la TEORIA de la creación; la TEORIA  de las placas tectónicas contra la TEORIA de la ira de Dios. Mi sarcasmo incontenible agregaría la TEORIA de la reproducción sexual contra la TEORIA de la cigüeña repartidora de bebés, la TEORIA microbiana de las enfermedades contra la TEORIA de los espíritus malignos.

¿Cuál es el principal error en todas esas frases? ¿Cuál es el concepto que falla miserablemente y lleva a algunas personas a creer que ambas propuestas son igualmente válidas?

La clave está en la palabra TEORIA, por si no se había notado.

El concepto científico de TEORIA es el de un modelo coherente y racional que explica un fenómeno natural. Es  un cuerpo robusto y acumulativo de conocimientos, leyes, teoremas, hipótesis, tratados, memorias, papers, que describen un hecho de la realidad. Así podemos hablar de la Teoría Electromagnética, la Teoría de la Gravitación Universal, la Teoría Atómica de la Materia, la Teoría de la Relatividad, etc.

Por alguna razón desconocida, en uno de esos giros extraños que el lenguaje da, la palabra TEORIA ha adquirido en la usanza coloquial un significado completamente distinto. Decimos “tengo la TEORIA de que esta tarde va a llover” queriendo decir que suponemos, creemos o tenemos la corazonada de que va a llover. Entendemos que eso es algo de lo que no estamos seguros, algo que puede o no ser cierto y por tanto no nos comprometemos excesivamente con su ocurrencia.

Eso NO ES lo que en lenguaje académico se entiende por TEORIA. Si la Teoría Electromagnética fuese sólo una suposición o corazonada que alguien tuvo, no tendríamos una Web en la cual intercambiar estas ideas. ¿Pero qué estoy diciendo? En realidad no tendríamos ni computadoras, ni electricidad, ni automóviles, ni servicio de agua … ni una vida muy distinta a la que se llevaba en el siglo XIX.

Esa palabrita también es confundida con el concepto de HIPOTESIS, que como expusimos en el post anterior no es más que parte de lo que constituye el más amplio y completo concepto de TEORIA. Tal vez el error se deba a que las hipótesis son formuladas con grandes grados de incertidumbre sobre su validez, como si se tratara de una simple suposición. Pero atención! Las hipótesis también tienen sus restricciones. No cualquier idea tentativa califica como tal. Ellas deben ser basadas en una observación objetiva. Por ejemplo la observación de que todas las galaxias se alejan de nosotros es suficientemente objetiva para dar pié a una hipótesis. También las hipótesis deben ser falsables, es decir debe haber un modo de someterlas a prueba y que, de ser falsas, sea fácil saberlo; por ejemplo el descubrir un cúmulo de galaxias que se está acercando (lo que no ha sucedido) daría al traste con la hipótesis expansiva del universo. Sólo así dicha hipótesis gana su derecho de nominarse como tal.

¿Pero qué podemos decir de la “hipótesis” de la cigüeña? Pues que ella no califica como tal porque no se basa en una observación objetiva de los hechos.

¿Y qué podemos decir de la “hipótesis” de la creación divina? Tampoco califica como hipótesis porque no es falsable. No hay modo de someterla a prueba. Es tan válida cómo la idea de que el universo fue forjado por el señor Mxyzptlk y otros 7 enanos verdes que viven en la quinta dimensión (reto a que se me indique qué prueba se puede diseñar para demostrar eso falso).

Las TEORIAS CIENTIFICAS son producto de años, décadas, siglos de observaciones, estudios y experimentos realizados por los individuos más inteligentes y dedicados de entre la especie humana. Detrás de ellas hay sudor, sangre, lágrimas y vidas consumidas en la comprensión de fenómenos que hoy nos parecen triviales. Hay ríos de tinta y toneladas de volúmenes en las bibliotecas dando soporte a las TEORIAS CIENTIFICAS. Hay en todo el mundo legiones enteras de científicos, profesores y estudiantes trabajando sobre ellas y sometiéndolas a prueba y reprueba. Bastaría un sencillo descubrimiento para desmoronar una TEORIA entera, y es por ello que las que hasta ahora subsisten se reconfirman en su validez con cada día que pasa.

Debemos disculparle a don Relígulo Santos su ignorancia y tratar de ilustrarlo gentilmente. Podemos también comprenderlo si aún después de la explicación insiste en sus ideas. Es su legítimo derecho el creer en lo que quiera y debemos luchar para que siga teniendo ese derecho. Pero también debemos luchar para que don Relígulo y la gente que piensa como él no corrompan la educación de nuestros hijos.

También es importante reconocer como legítimo y conveniente que se estudie las religiones en las escuelas, pero ello se debe circunscribir en las asignaturas de Religión o Literatura, NUNCA en clase de Ciencias.

Dicho todo lo anterior, podemos seguir expresando “tengo la teoría que lloverá esta tarde” del mismo modo que decimos “me muero de sed”, sabiendo siempre discernir entre el pincel colorido del sentido figurado y el afinado y preciso grafito del lenguaje académico.